EL QUE JUEGA CON CANDELA…
El 29 de noviembre preguntábamos al Presidente ¿Y ahora qué, una guerrita con Colombia? Todo pareciera indicar, que ese es el curso de la retórica y la bravata presidencial, del discurso del matón de barrio. Por un momento nos trasportamos dos o tres años y vimos de revivida la diatriba presidencial contra otro presidente, en aquella ocasión, el Presidente Bush; los mismos calificativos, el mismo tono de voz.
Y recordamos más. Fue lo mismo contra Toledo, cuando era Presidente del Perú, luego contra Alan García, recién electo. Años atrás, un Presidente Centroamericano fue el objeto de los insultos presidenciales; como en su momento lo fueron Fox y Calderón, de México; o el Senado Brasileño, las escaramuzas contra Insulza; en otra ocasión fue Aznar, o el mismo Zapatero, por supuesto el Rey de España… y hasta Tony Blair, aunque de manera efímera.
En fin, que se trata de cazar algún pleito que lo catapulte a las primeras páginas y que le dé la razón de ser, perdida, y un objetivo: buscar un enemigo externo que unifique los segmentos internos dispersos y que le dé un segundo aire al Gobierno. Podríamos decir que se trata de un nuevo trapo rojo, pero la situación es demasiado seria como para pensar que estamos nada más frente a un ejercicio, un “juego de guerra”. ¿De verdad el Presidente pensara que el pueblo ―que es siempre el que pague los platos rotos, la carne de cañón de todas las guerras― lo va a acompañar en tan insensata aventura? El que juega con candela, al final se quema.
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