Miércoles 24 de Enero de 2007
Tal Cual
La sociedad del HOMBRE NUEVO
Teodoro Petkoff
El 19 de abril de 1986, Fidel Castro pronunció un gran discurso denunciando, entre otras cosas, "el burocratismo, los egoísmos y la corrupción" en Cuba, plagas contra las cuales declaró "una guerra sin cuartel".
Veinte años después, un profundo conocedor de la realidad cubana presenta el siguiente balance de la corrupción en la isla, dando cuenta de cómo terminó esa "guerra sin cuartel", tras las dos décadas transcurridas.
"Por aquí hay, debemos decirlo, unas cuantas decenas de miles de parásitos que no producen y sin embargo se enriquecen (...) Hay un desorden amplio en eso, entre otras cosas, con pérdida de decenas de millones de dólares (...) ¿Cuánto se han robado aquí, incluso a veces en fábricas importantes de productos de gran demanda? (...) [lo] que gana un ladronzuelo que vende gasolina a los nuevos ricos; que desvía recursos de los puertos en camiones y por toneladas; que roba en las tiendas en divisas; que roba productos del Estado en un hotel de cinco estrellas (...) ¿Cuántas formas de robo hay en este país? (...)
Pronto se descubrió que lo que se robaba era tanto como lo que se ingresaba. ¡Robaban casi la mitad! y en algunos otros lugares, ¡más de la mitad! (...) En La Habana muchos aprendieron a robar como locos. Si hago la historia de todos los
servicentros de la capital (...) hay más del doble de lo que debería haber, es un caos. (...) En los Poderes Populares el desastre, el caos, es universal".
Añade el citado estudioso este juicio sorprendente referido a un régimen que ya llega al medio siglo y del cual habría cabido esperar una mejor actuación: "Aquí nadie sabe lo que cuesta la gasolina, nadie sabe lo que cuesta la electricidad, nadie sabe el valor que tienen en el mercado. Hasta las casas terminamos regalándolas. ¿Puede Cuba resolver su problema de vivienda regalando casas? ¿Y quién las compraba?
¿El proletario? ¿El humilde? Había muchos humildes que recibieron la casa regalada y la vendieron después al nuevo rico". Y concluye preguntando, tal vez descorazonado: "¿Es eso socialismo?" Este autor no vive en el exilio sino en Cuba, reside en La Habana, y por ello difícilmente se podría decir que no sabe lo que dice o que es un calumniador y un enemigo de la revolución.
Estas revelaciones increíbles sobre la existencia de nuevas clases sociales en Cuba (nuevos ricos, proletarios), esa insólita confesión acerca del caos en los Poderes Populares, de la ignorancia sobre las leyes del mercado, de la corrupción generalizada no sólo en el Estado sino en la sociedad, todo esto y mucho más lo dice nada menos que Fidel Castro, en su caudalosa entrevista con Ignacio Ramonet ( Cien horas con Fidel , capítulo 26, pág. 631, Oficina de Publicaciones del
Consejo de Estado, La Habana, 2006).
¿Cómo piensa Fidel arreglar este "caos", este "desastre" ? Pues, por lo visto repitiendo el mismo discurso de 1986, repitiendo las mismas cansonas frases estereotipadas que dijera veinte años atrás: "Esto lo va a arreglar el pueblo, esto lo va a arreglar la Revolución" (...) "Primero que todo, es una cuestión de ética" (...) "Nosotros le vamos a enseñar a los corruptos lo que es el progreso, lo que es desarrollo, lo que es justicia, lo que es ponerle fin al robo" Y como si cincuenta años no hubieran sido suficientes para alcanzar esa meta, remata con esta sensacional e inédita profecía:
"Nuestra sociedad va a ser en realidad una sociedad enteramente nueva". Luego, por enésima vez, la disyuntiva fatal: "O derrotamos todas estas desviaciones, o moriremos".
¿Tendrá nuestro "socialismo del siglo XXI" mejor suerte que el cubano del siglo XX? Si nos atenemos a la clientela de los restaurantes caros, a las "camionetotas", a los aviones y los yates, a los sueldotes, a la expansión de los "nuevos ricos", de esa burguesía bolivariana, obscenamente ostentosa, y a la infinita gama de mecanismos de "cuánto hay pa' eso" que plagan a la administración pública, es como para dudar de que a punta de puros discursos Hugo Chávez pueda tener éxito allí donde Fidel Castro ha fracasado miserablemente.
Porque el problema es el sistema, que anula los valores éticos. Pero ni Fidel ni Chávez quieren asumir esa realidad. Prefieren culpar a la "ética"... de los otros.