miércoles, septiembre 26, 2012

PARTIDO POR MARACAIBO SE PASO A LA MUD


Desbandada en el chavismo a favor de HCR

Por Nailibeth Parra Carvajal / Maracaibo / nparra@laverdad.com
La directiva de Por Maracaibo, fundado por Di Martino, renunció a trabajar por la reelección de Chávez. Invitaron a votar por la tarjeta de la MUD. Ante el CNE reposa la carta de incorporación a las filas del movimiento Electores Libres
Miércoles, 26 Septiembre 2012 00:00
3220 CLICS



"Queremos demostrarle al presidente Hugo Chávez con votos que no nos vendemos por dinero y que no aceptaremos más maltratos". Ayer, un grupo de personas identificados como "exchavistas" renunciaron a seguir trabajando por la campaña de reelección del primer mandatario y anunciaron su apoyo al candidato Henrique Capriles Radonski.
En el salón Cristal del Hotel Delicias, se despojaron de sus camisas rojas y se calaron la gorra tricolor. "Aquí está la directiva en pleno del partido Por Maracaibo y militates del PSUV. Renunciamos a este nefasto modelo castrocomunista, porque no fuimos tomados en cuenta. Nos sentimos desfraudadamos. Somos entre cuatro mil 500 y cinco mil oficialistas que en la última elección respaldamos las candidaturas del PSUV", expresó Jesús Villalobos, expresidente del partido fundado por Gian Carlo Di Martino, exalcalde de Maracaibo.
Informaron que ante el Consejo Nacional Electoral está ratificada la renuncia de la directiva de la tolda y su incorporación al movimiento Electores Libres por Venezuela (EL).
"Ni el comandante (Francisco) Arias Cárdenas ni la directiva del PSUV regional nos tomó en cuenta. En el escritorio de la oficina de Arias está desde hace mucho tiempo, la estructura del partido y nunca recibimos su atención", afirmó Villalobos, quien añadió que le tocará al oficialismo refundar Por Maracaibo, organización que forma parte del Gran Polo Patriótico. 
Se comprometieron a trabajar "incansablemente" para llevar a Capirles Radonski a la Presidencia y mantener en la Gobernación a Pablo Pérez. "No estamos esperando cargos políticos ni dinero. Nuestra conciencia no se vende".
A votar por la MUD
Los disidentes del oficialismo llamaron a votar por la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que en el tarjetón del 7 de octubre se encuentra en la parte inferior a la derecha. Expresaron sentirse orgullosos de formar parte desde ahora de una organización con más de 17 años haciendo vida política en el país.

PAUL MAC-CARTNEY y sus CANCIONES

lunes, septiembre 24, 2012

ENCUESTAS

CORRUPTELA.INMENSA CORRUPTELA






Hoy me llegó la lista de 82 personas corruptas del regimen chavista y el total robado es de 1.300 millones de US$, desde una cuenta de 270 millones hasta las más pequeñas de 2 millones, sin contar con las cuentas cifradas en paraísos fiscales y en el Principado de Andorra que deben ser también muy elevadas. Esperemos que al ganar Enrique Capriles se puedan conocer en detalle para ser congeladas.

DECISION CRUCIAL el 7 de octubre







Decisión crucial
Escrito por Pedro A. Palma   
Lunes, 24 de Septiembre de 2012 05:04
altEn  menos de dos semanas los venezolanos tenemos que tomar una decisión crucial: seguir por el camino equivocado que hemos estado recorriendo durante más de trece años, o darle al país la oportunidad de enrumbarse por una senda de progreso y desarrollo.

No me cabe duda de que la reelección del presidente Chávez significaría la ratificación y profundización de un sistema de gobierno caduco que ha fracasado en todos los países donde se ha implementado, y que en nuestro caso específico se ha caracterizado por un populismo exacerbado, habiéndose dilapidado una cuantiosísima renta petrolera, sin que ello se haya traducido en una mejora cierta y sustentable de la calidad de vida de los venezolanos. Se jactan los voceros del gobierno de haber hecho una inversión social de quinientos millardos de dólares durante la presente administración, pero no dan respuesta a la lógica pregunta sobre cuál ha sido el retorno de esa supuesta descomunal inversión.

¿Dónde están los hospitales de primer mundo en los que se le pueda ofrecer un sistema de salud de calidad a nuestra población? ¿Disponemos de un sistema educativo de vanguardia que esté formando el recurso humano que se requiere para el logro de un desarrollo sustentable? ¿Disfrutan los venezolanos de unos servicios públicos óptimos? ¿Ha mejorado la calidad de las viviendas donde habitan los más desposeídos? ¿Viven los venezolanos en ambientes más seguros y salubres?

Obviamente, éstas y muchas otras preguntas acerca de la eficiencia del gasto social realizado no tienen respuestas satisfactorias, ya que buena parte de esas erogaciones se han concentrado en programas sociales que son simples dádivas, que si bien mitigan las penurias de los que las reciben y le dan popularidad al gobernante, no contribuyen a resolver el problema de la pobreza de forma efectiva y permanente.

La implementación del tan mentado socialismo del siglo XXI, que nos promete profundizar el Presidente, de ser reelegido, se ha traducido en una verdadera calamidad para el país. Además de haberse afectado severamente la capacidad de producción petrolera y reducirse la eficiencia de nuestra principal industria, se ha desmantelado el aparato productivo privado, y se ha reducido sistemáticamente la producción de productos agrícolas y manufacturados a través de controles absurdos, y de expropiaciones ilegales de fundos y empresas, que se basan en justificaciones falaces, tales como la recuperación de tierras por parte de la Nación, o la penalización por especular o desabastecer el mercado interno. Esto, además de desincentivar la inversión, reducir las fuentes de trabajo permanente y bien remunerado, y aumentar la dependencia de las importaciones para abastecer el mercado interno, ha contribuido notablemente a generar una altísima inflación, que seguiremos padeciendo, incluso con mayor intensidad, de continuar la implementación de las absurdas políticas públicas de este gobierno.

Como si lo anterior fuera poco, la reelección de Chávez significaría, endeudamiento creciente, corrupción desbordada, mayor discriminación, inseguridad ciudadana, anarquía en el manejo de la cosa pública, ausencia de independencia de los poderes públicos, violación sistemática de los derechos de los ciudadanos, e inexistencia de un Estado de Derecho.

¡Basta ya de tantos desmanes y despropósitos! Los venezolanos merecemos algo mejor, pero esa mejoría no vendrá por sí sola. Tenemos que buscarla y luchar para lograrla, y el primer paso que tenemos que dar es cambiar a este gobierno.

De allí la importancia de que todos los que queremos enrumbar al país por un sendero mejor votemos el próximo 7 de octubre. Sólo así podremos tener la esperanza de comenzar a construir la Venezuela que deseamos para nuestros hijos, la Venezuela posible, en la que existan verdaderas oportunidades de superación económica y social para todos, sin distingo.
@palmapedroa

HAY UN CAMINO








El 7 de octubre se hace inmenso el camino que hemos venido recorriendo desde mucho antes de que el 12 de febrero pasado la candidatura de Henrique Capriles Radonski se convirtiera en una causa capaz de convocar a los venezolanos. Se hace inmenso porque es del tamaño de los sueños, la voluntad y la fuerza de cada uno de ustedes.

Este camino comenzó así: persona por persona, puerta por puerta, casa por casa, pueblo por pueblo. Escuchando. Aprendiendo. Comprometiéndonos con los derechos básicos de los venezolanos. Hemos estado acompañados por millones de venezolanos desde el primer paso y, a través del recorrido hacia la victoria presidencial, se han ido sumando muchos más que están sufriendo la irresponsabilidad de un gobernante que se ocupó primero de sí mismo, de mantenerse en el poder, que se olvidó de su promesa inicial y que se decidió a nombrar amigos y leales en los ministerios en lugar de trabajar con gente eficiente y capaz de darle soluciones a los venezolanos.

Nosotros estamos preparados para trabajar desde el primer día. Hemos mostrado de manera transparente una propuesta clara y cercana a los venezolanos.

Dentro de esta nueva manera de hacer política, hemos ido presentando cómo todos podemos progresar al tener un empleo con calidad en nuestro 
PLAN EMPLEO PARA TODOS. Nuestra visión de que es posible estar seguros está en el PLAN SEGURIDAD PARA TODOS. La confianza que tenemos en el talento nacional se ve en el PLAN HECHO EN VENEZUELA y se vincula con el respaldo a los hombres y mujeres del campo en COSECHANDO TU PROGRESO. En el PLAN COMPROMETIDO CONTIGO queda claro que estaremos donde esté cualquier venezolano que nos necesite. Demostramos que el petróleo puede ser una palanca para que todos crezcamos en PETRÓLEO PARA TU PROGRESO, sumado a una visión integral de la infraestructura y las soluciones logradas a partir de ella en el PLAN CONSTRUYENDO JUNTOS TU PROGRESO. La base de todo y el lugar donde quedará más clara nuestra visión de Futuro está en nuestro PLAN EDUCACIÓN PARA TU PROGRESO, porque es el eje del país que haremos posible desde el primer día del gobierno de Henrique Capriles Radonski. Estamos preparados para hacerlo y eso también consta en NUESTROS PRIMEROS 100 DÍAS PARA TU PROGRESO.

Henrique Capriles Radonski tiene puesta la mirada en futuro.

Hoy, la campaña del otro candidato ha inventado un lote de mentiras como último recurso. Quieren descalificar a nuestro candidato por una razón: saben que hemos llegado donde nunca antes se había llegado. Al saber que están a días de perder la acumulación de poder, amenazan a los empresarios, le mienten a los pensionados, engañan a los beneficiarios de las misiones y usan el dinero de todos para mentir, engañar y atemorizar a los venezolanos.
 
Por eso el 7 de octubre es una oportunidad histórica para que, sin ningún tipo de exclusión, todos nos pongamos de acuerdo sobre el país que queremos. A quienes ya nos acompañan les decimos que falta poco para que cambiemos el miedo por la esperanza. Y a quienes aún dudan o tienen miedo les decimos: no hay miedo, no hay caos. El final del juego es el principio del juego: es la hora de que tengas lo que llevas demasiado tiempo esperando.

Como nos lo ha hecho saber Henrique Capriles Radonski, les recuerdo que el Progreso es una fuerza indetenible. Y esa fuerza eres tú y la suma de muchos como tú, quienes votando el 7 de octubre decidirán su propio futuro y el de las generaciones por venir.

Este 7 de octubre vota por ti. Vota por tu Progreso. ¡La Fuerza del Progreso eres Tú!

Armando Briquet
Jefe de campaña del Comando Venezuela

domingo, septiembre 23, 2012

TABLERO EN LINEA CON MUCHAS FOTOS


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ESTE ES UN TABLERO EN LINEA CON MUCHAS FOTOS

Capriles es un fenómeno de masas (FUROR)


El furor

Henrique Capriles en Los Teques, estado Miranda / EFE
Henrique Capriles en Los Teques, estado Miranda / EFE
"No está más flaco, lo que está es llevao", me aclara Calimari, una de las dos manos derechas del equipo de Henrique Capriles, ante mi asombro al verlo más desgastado que la última vez que nos reunimos. “Llevao” es un modismo maracucho. Implica, en latín directo, “escoñetao”. No se podía esperar menos de alguien que lleva meses recorriendo el país frenéticamente. El ritmo de campaña del candidato de la unidad opositora es abrumador. 
Su vitalidad ha sido decisiva para emprender una cruzada de ribetes sobrehumanos por el mapa profundo del país y procurar la victoria de este enjuto y corajudo David sobre ese desproporcionado Goliat llamado Chávez. Mientras escribo estas líneas lleva ya recorridos 250 pueblos. Se dice rápido, pero en una geografía de carreteras vergonzantes y distancias ampulosas el esfuerzo se multiplica in extremis.
Las elecciones presidenciales de Venezuela en este año 2012 nadie podrá olvidarlas. El país entero está parado encima de una cornisa.
Pero ahí está Capriles, llegando al aeropuerto con apenas media hora de retraso, listo para la voluminosa agenda de la gira que nos llevará al Táchira y al Zulia. En el despegue, se hace la señal de la cruz, la versión larga, la que muy pocos usan. Junto con Alberto Barrera Tyszka y Héctor Manrique, conversamos lo que es su sino: la campaña. No son ni las 9:00 am y se toma, ya, la primera bebida energizante de la jornada. Le pregunto desde cuándo no pasa dos días seguidos en su casa. “Desde hace un año, tal vez más”. Es un hombre que perdió su cotidianidad. Está dejando la piel y el alma en una aventura proteica. “Viajo más que un piloto. Muchas veces son cinco vuelos a la semana”. Mientras hablamos, hay una cifra que nos prohíbe la serenidad: ¡estamos a 18 días de las elecciones! “Hay que echar el resto”, comenta. Casualmente, al día siguiente, en el acto de Chávez con la juventud en el Poliedro, este diría la misma frase. Nada ilustra mejor lo reñido de la contienda. La ansiedad que surca el país. La asfixiante cuenta regresiva. Sabemos todo lo que está en juego.
A quince minutos para aterrizar, el flaco amarra sus zapatos deportivos con doble nudo. “Ya viene la coñaza”, dice en alusión a la vorágine de empujones, arañazos y apretujones que genera su llegada a cualquier lugar.

Una estrella pop en La Fría. Apenas Capriles asoma el rostro en la escalerilla del avión una ráfaga de gritos ametralla el aire. El recibimiento es frenético. Hay un desespero por verlo, tocarlo, entrar en su campo visual. La multitud genera un apiñamiento peligroso. Siento que me aplastan por detrás, por los costados, mi cuerpo va de un lado a otro, pierdo el rumbo, me arrastra la corriente, mis lentes se salen del bolsillo, los atajo a última hora, arrecian los empujones, los gritos, el delirio. A Capriles lo manosean, lo estrujan, lo halan. Todos somos como bultos chocando contra las piedras de un río esquizoide. No creo poder llegar a la camioneta Van que nos sacará del lugar. Un mínimo descuido puede hacer que me quede allí, en mitad de todos y de nadie.
Comienza la caravana por La Fría. Vamos en una camioneta abierta. Capriles va más allá, con el gobernador César Pérez Vivas, el anfitrión de la zona. Gente que corre, corea canciones, grita consignas, agita banderas y traga humo. Gente convertida en estruendo y algarabía. Intento tomar una foto de la multitud y un brusco frenazo de la camioneta me derrumba. Mi gorra cae a la calle. Un enjambre de personas se lanza sobre el anhelado fetiche. El camino que nos lleva a La Grita es hermoso, paradójico, variable. A la vera del camino nos sigue el pueblo de Las Mesas, más allá sale la gente de Seboruco. Corren, saludan, toman fotos, cantan. Hombres desdentados y en pantuflas le sonríen con asombro. Una señora de 70 años remonta una calle empinada delante de nosotros, se esmera, jadea, persigue al candidato. Él es la gran noticia en esa remota vastedad.

La Atenas del Táchira. “Bienvenido a la Atenas del Táchira”, reza un anuncio justo a la entrada de La Grita, un nicho oficialista por tradición. Capriles aparece como una exhalación y se oye el rugido de la multitud. En la tarima hay más gente que posibilidades, pero logró conseguir una rendija minúscula. El impacto es absoluto. El paisaje es una alfombra gigantesca de seres humanos, una manifestación vehemente de algo que solo tiene un nombre: furor. Capriles se ha convertido en un fenómeno de masas. Hay, allí, un amasijo humano ondeando banderas y gorras de distintos partidos políticos, todos mezclados en un solo deseo. Gente en las platabandas, en los postes, en los bordes de las ventanas. Aplaudiendo, gritando, desmayándose. El furor. Es eso. No hay otra palabra.
El candidato puntualiza, propone. Sin retórica, sin cursilerías planetarias. Es lo opuesto a Chávez, esa incontinencia verbal que tiene, como diría Juan Cruz, “una asignatura pendiente con el silencio”. Uno de los momentos más importantes es cuando Capriles termina su discurso e intenta volver a la Van en la que ya todos lo esperamos. Debe cruzar de nuevo el río crecido de sus seguidores. Lo arañan, lo aprietan, lo revuelcan. Logra entrar, pero aún no sabe si está completo. La gente golpea el vehículo como si fuera un tambor gigante. Quieren que se asome, que abra una ventana, que pruebe su existencia. Adentro lo espera un periodista del periódico francés Libération. Capriles se sienta en la última butaca y allí, entre frenazos, cornetazos y gritos, responde las preguntas del periodista. No hay tiempo para el descanso.

El momento íntimo. Pérez Vivas le da indicaciones al chofer para volver al aeropuerto con la mayor rapidez. La agenda se ha retrasado y el Zulia espera. Pero Capriles pide desviarnos para visitar al Santo Cristo de La Grita. Le parece impensable estar tan cerca de él y no visitarlo. Ya en la iglesia se arma la logística para que su entrada no cause mayor perturbación. Hay una importante cantidad de fieles. Capriles camina emocionado hacia el Cristo. Una mujer, que reza de rodillas, lo ve de soslayo y se hace la señal de la cruz: “¡Esto es un milagro!”. Él va hacia el rincón más oculto. La imagen que veo me conmueve. Allí está, a los pies del Santo Cristo, con la cabeza gacha, tocándolo, en actitud de absoluto recogimiento, íngrimo. Sentí al país entero en ese rezo. Puede suponer uno –sin temor a equivocarse– que oraba por la suerte de un destino decisivo.
En ruta al aeropuerto, nos toca comer la dieta ya famosa en sus giras: pollo. Todo es frugal, austero, incómodo. Nada más tortuoso que comer en un vehículo que a toda prisa sortea curvas para que en el día quepa lo que queda por delante. No hay chance de visitar merenderos, refrescarse con la cerveza del lugar, distenderse a la venezolana. No son vacaciones. Es la mayor contienda electoral de los últimos 14 años. Todo necesita estar bajo el compás de una disciplina monástica.

La ruta hacia la Grey Zuliana. El único momento de paz es cuando estamos a 30.000 pies sobre la tierra. Capriles busca distenderse. Habla de lo supersticioso que es. Alejandro Silva, una de sus dos manos derechas, relata el día en que la única opción para escapar de la muchedumbre era cruzando una escalera por debajo. Capriles se negó. Le insistían. Era una salida rápida, fácil. No quiso. Prefirió atravesar el bosque de gente, cualquier cosa antes que pasar por debajo de una escalera. Habla de su fijación con el número 11, de gatos negros y espejos rotos. Le pregunto por la gira más impactante que ha hecho. Dice Barinas, dice Falcón, oriente, territorios de raigambre chavista. Su sonrisa ya es una victoria.
La caravana en el Lejano Oeste

En Maracaibo, Capriles es recibido por el gobernador Pablo Pérez y la alcaldesa Eveling Trejo. Liliana Hernández, con su proverbial simpatía, nos pide seguirla escaleras arriba de un camión. Es como un enorme balcón rodante. Pregunto la necesidad de hacer una caravana en una zona donde la oposición ha reinado durante años. Me aclaran: vamos al Maracaibo que pocos conocen, al oeste. Al sitio donde nunca ha llegado una gota de petróleo. Al único territorio del Zulia donde suele ganar el chavismo. Ese ha sido el alarde de Capriles durante su campaña: penetrar, sin miedo, los lugares donde históricamente la oposición ha sido derrotada.
5:00 pm. La parroquia Venancio Pulgar es un lugar que hiere la vista de cualquier ser humano. Un paisaje que crispa. Un lunar vergonzoso en un estado lleno de oro negro. Calles de tierra, sin alcantarillas, casas precarias, llenas de perros famélicos y puertas desgonzadas, montañas de basura en lo que deberían ser jardines. La parroquia entera parece un escombro. Un lugar arrasado por alguna tormenta. Un olvido de Dios. La caravana surca 24 kilómetros de pobreza sobrecogedora y extrema. Algunos de sus habitantes no parecen personas, sino fantasmas, espectros de la miseria, siluetas turbias, manchados de grasa y resignación. Ese lugar es el peor de los saldos del estado paternalista que consolidó la cuarta República y que este proceso revolucionario llevó al paroxismo total. Lo único con olor a nuevo en esos monumentos de la miseria es el afiche del Presidente. El resto es ruina, carencia, pies desnudos, aguas negras y oscuridad.
Cuentan que días atrás, conociendo ya la ruta de la caravana, el oficialismo vino a sembrar sus trincheras de guerra. Por eso, a cada tanto, nos conseguíamos con lo que llaman “los puntos rojos”, grupos con franelas rojas voceando un odio absurdo. Asombraba ver a muchachas de 14, 15 años señalando con grotesca afectación sus genitales, en un gesto de sórdido desafío que no calzaba con la edad de sus ojos. Eran herederas directas de la agresividad que Chávez ha destilado durante más de una década. Alguien nos comentaba: “¡Eso es nada! ¡Antes no podíamos entrar a esta parroquia! Nos tiraban huevos, piedras, botellas. Lo de hoy es inédito. Logramos penetrarlos. ¡La gente se cansó de esa estafa llamada socialismo!”.
Ir en una caravana sobre un camión exige tener los sentidos en alerta máxima. A dos cuadras del inicio, se escuchó el primer grito: “¡rama!”. Nos acercábamos a la rama de un árbol justo a la altura de nuestra cabeza. Treinta personas al unísono nos agachamos para evitar el golpe. Otra vez arriba. Al instante, un nuevo grito: “¡cable!”. Y otra vez agacharnos para evitar el latigazo de un cable de luz en nuestra frente. Estábamos en mitad de una extravagante sesión de aerobic. Los gritos de “¡cable!” y “¡rama!” se alternaban con variantes como “¡zapato!”. Estaba allí, el emblemático zapato de la marginalidad que invariablemente termina enredado en un cable de luz, mientras ostenta su abandono.
De pronto, apareció un invitado no previsto en la agenda: la noche. Todo se volvió una oscurana. Desde una callejuela, vi salir a dos motorizados con el rostro oculto detrás de pañuelos rojos. Pensé lo peor. La noche, a veces, es una cómplice sin escrúpulos. Barrera Tyzska y yo le comentamos a Manrique lo inconveniente de continuar la ruta. Estábamos en una zona donde pudiera ocurrir cualquier cosa. Lo que nos dijo un asistente nos congeló: “Falta la mitad del recorrido. La calle está llena de gente. Henrique no va a querer parar”.
Media hora después, el cielo soltó una tanda de relámpagos. La lluvia se agregó a la caravana. La noche anterior había granizado, lo cual había sido leído como una respuesta de la geografía zuliana a la sentencia de Chávez: "Para que gane el majunche, tendría que caer granizo en Maracaibo". Reaparecen, empapados, Capriles, Eveling, Liliana, Pablo Perez. Adentro, esperaba al candidato un periodista del The Sunday Telegraph. A los 5 minutos, Capriles ya le está dando la entrevista, y en fluido inglés. Pero el recorrido no podía terminar, la gente seguía apostada bajo una lluvia violenta gritando una arenga interminable: "Que se abaje". Él abría la ventana o se asomaba en la puerta y ocurría la histeria. Por las ventanas entran cartas, mensajes pidiendo ayuda económica, remedios, becas de estudio. De mi lado, un joven mete la mano para saludar a Eveling Trejo que está sentada a mi lado: "Yo no quiero que me resuelvan nada a mí, yo solo quiero que cambien el país".

La caravana había empezado a las 5:00 pm, eran las 9:00 pm, las nueve oscurísimas de la noche y todavía había puñados de gente esperando a Capriles, quien tuvo que detenerse 4 o 5 veces más a devolver tanto afecto. Dos vendavales se desataron sobre Maracaibo ese día. El más notable, sin duda, a cargo de un tenaz caraqueño que carga la marca del futuro en su rostro. Al cerrar la puerta de la habitación del hotel sentí un silencio distinto. Era el silencio que le sigue a la fiesta. Había sido testigo del furor ante un nuevo líder. Así de sencillo. El furor.

Al día siguiente, en el vuelo de regreso, fue Capriles quien –cambiando las reglas del juego– comenzó a interrogarnos sobre la difícil arquitectura de una telenovela o la calidad de ciertos actores locales. Y así, largo rato. Quería desconectarse del tema que lo obsesiona. Dentro de tres horas, estaría de nuevo montado en un avión para volar a Bogotá para reunirse con el presidente Juan Manuel Santos. Era otra victoria. Debía subir a Caracas, meterse en un flux y montarse en otro avión. Pero no le importa el esfuerzo, el desgaste, la turbulencia. Se trata de su empresa de vida. Y, quizás, el último chance para la democracia en un país llamado Venezuela.

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