Un manual de ortografía para los que escribimos en idioma español. Aparece en la Hoja Mail x Mail. La autora del manual es Eugenia Lozano Carbonell la cual ha escrito 8 capítulos (ortografía española, ortografía y redacción). Además de este curso de gratis vamos a ver que nos comenta Alexis Márquez acerca del uso correcto de la letra "h", este escritor es un vanezolano especializado en el idioma castellano, se le puede escribir a : grealemar@cantv.net.
Una querida y admirada amiga, que alterna las excelencias del canto con las de la cocina, con quien, por cierto, comparto apellidos, me pregunta por qué si huérfano se escribe con “h”, orfelinato y orfandad se escriben sin “h”. La pregunta me ha sido hecha muchas veces, no sólo con respecto a estas palabras, sino también con otras.
En realidad, el problema, visto desde el ángulo histórico, debe plantearse a la inversa: ¿por qué huérfano se escribe con “h”, y orfelinato, orfanato, orfandad, orfanatorio sin “h” ? El sustantivo Huérfano deriva del vocablo latino
orphanus, y este del griego
orphanós , ambos sin “h”. De orphanus, a su vez, derivan orfandad y orfanato, lo cual explica que ninguno de los dos lleve “h”. De allí mismo deriva también orfelinato, pero este nos llega a través del francés
orphelinatAhora bien, ¿desde cuándo y por qué huérfanose escribe con “h” ? Esta” h” se debe a una norma ortográfica del Castellano, muy vieja, según la cual se escriben con “h” inicial: “Las palabras de uso actual que empiezan por los diptongos “ia”, “ie”, “ue” y “ui”. Ejemplos hiato, hiena, huele, huidizo”. Es el caso también de huérfano. Aunque la norma, en su redacción más reciente, se refiere a “palabras de uso actual”, en realidad es muy vieja, y ya aparece en las normas ortográficas de la Real Academia incluidas en el primer tomo del Diccionario de Autoridades, primera edición del DRAE, publicada en 1726. La razón de ser de esta norma se inspiró en la costumbre de los impresores de escribir “h” delante de la “u” inicial, para evitar la confusión que se daba por el hecho de que durante mucho tiempo el signo “u” se usó indistintamente para representar el sonido de la “u” y el sonido “ve”, posteriormente representado por el signo “v”. De modo que al escribir “uérfano”, sin “h”, lo mismo podría pronunciarse “uérfano” que “vérfano”.
El uso de una “h” antes de la “u” impedía la confusión. Posteriormente se adoptó el signo “v”, que eliminaba la posible confusión, pero la norma sobre la “h” ya era costumbre arraigada y general, y escribir palabras como “uérfano” resultaría extraño y chocante.
Lo mismo ocurre con otras palabras que se escriben con “h” inicial seguida del diptongo “ue”, pero cuyos derivados no llevan “h”. Hueco, por ejemplo, deriva del verbo latino
ocar, y da origen a oquedad; huevo, del latino ovum, da óvalo, oval, ovalado, óvulo, ovario, ovíparo, ovoide, etc. De hueso, derivado de ossumen Latín, provienen osamenta, osario, óseo, osificación, osificado, osteomielitis, osteología, osteoporosis, etc. Interesante es el caso del verbo oler, derivado del latino
olere. En general, los derivados de oler se escriben sin “h” : olor, olisquear, oloroso, odorante, etc. Pero en algunas inflexiones del verbo sí llevan “h” seguida del diptongo “ue” : huelo, hueles, huele, huelan, huela, huelas.
Aún más interesante, aunque diferente de los casos anteriores, es el de España, sin “h”, no obstante que los romanos llamaban, en lengua latina,
Hispania, con “h”, a lo que hoy es el territorio español. ¿Se trata de que el nombre Hispania, al evolucionar el Latín hasta dar nacimiento al Castellano, haya perdido la “h” ? Sí y no. Antes de que los romanos llamasen Hispania a su provincia más occidental, el territorio de ésta era conocido en Griego como Spania, una variante fonética de Ispania, cuyo origen, a su vez, sería anterior a la expresión griega, posiblemente de una raíz fenicia, span, que significaba tierra de conejos. Esta teoría, sin embargo, ha sido puesta en duda por algunos especialistas, no obstante que tiene algunos asideros significativos. Lo cierto es que los romanos convirtieron el Spania griego en Hispania, como también lo hicieron con otros vocablos, como Ispalis, que transformaron en Hispalis, nombre de una colonia romana en lo que hoy es Andalucía (Bética), más exactamente en la actual Sevilla. Sin embargo, en Latín vulgar se usaba Spaniay espaniensis en lugar de Hispaniae hispaniensis.