Posted: 24 Aug
2012 03:51 PM PDT
La historia se repite decía Marx, como comedia
y como tragedia.
Ayer y hoy: ¿quién gana y quien pierde de una
devaluación ?
En 1996, en tiempos de la Agenda Venezuela, el gobierno firmo
convenio con el FMI, la asistencia financiera de este no estuvo presente, no se
requirió de condicionalidad, el tipo de cambio voló a 260 Bs/$ cuando se
desmantelo el control de 180 Bs/$. Se arrastraban las consecuencias de una
crisis financiera que el gobierno decidió monetizar.
El Ministro de Hacienda,
Matos Azocar en esos días declaro que “el BCV me engaño..”, es decir, la tasa
de cambio según el BCV no llegaría tan lejos. Esa era la discusión de esos
anos. La posición en balanza de pagos no era caótica como en 1989, pero la
situación fiscal era insostenible en virtud del bail-out de la crisis financiera. El costo de
esa crisis en 1997 se estimaba en 13000 millones de dólares y aunque fue
monetizada comprometió seriamente la ecuación fiscal, la cual finalmente se
derrumbo en 1997 con la caída de los precios del petróleo.
Esa maxidevaluación fue causada entre otros por la acumulación
de las consecuencias de la crisis financiera; crisis financiera que activó la
salida de capitales, pero que subyacía en el hecho que una buena porción del
sistema financiero estaba podrida, la perdida de confianza inducida durante el
control de cambio, y la debilidad de la balanza de pagos, combinada esta por un
enorme desequilibrio fiscal que se arrastraba por la crisis financiera;
así como en la naturaleza de la propia administración del control de cambio.
Desde luego, la pavorosa inflación causada por la corrida de capitales que
activo la crisis financiera trajo un desbalance en precios relativos, la
inflación respondía así a la terapia monetaria erróneamente utilizada para
monetizar la crisis financiera. Entrabamos en el umbral de la crisis financiera
asiática que terminó de colapsar los precios del petróleo en 1997, a niveles de
7 dorales el barril.
El ganador de esa maxidevaluación –y todas- es el propio
gobierno, y que los incentivos fiscales así están dispuestos, sabemos que el
gobierno recibe una buena parte del ingreso de la renta del petróleo que se
realiza en dólares, una devaluación genera bolívares al gobierno, es el
impuesto inflacionario. Hay otros ganadores, los que administran
portafolios de deuda pública venezolana, la cual se alimenta de un re-pricing
de esos bonos y en consecuencia genera unos volúmenes de ganancias a las
instituciones financieras y otros tenedores de deuda pública en dólares.
En
este caso el gobierno que posee una vasta porción de esos bonos en cartera de
los bancos públicos coloca otro comensal en el festín de una potencial
devaluación. El perdedor,
el ciudadano de a pie !
El subyacente monetario – fiscal actual: una
devaluación no necesaria
Aquellos Eran tiempos de un petróleo en 22 dólares que generaba
una contribución fiscal petrolera de un 6-7% en términos del PIB. Niveles de
ingreso fiscal muy inferiores al comparar con los de 2011 – 2012, y ello
independiente que las exportaciones de petróleo hoy de unos 2.1 millones
barriles/día sean menores en unos 400 mil barriles/día a las de hoy; ayer el
precio del petróleo en promedio en 18 dólares (1996)) frente a los 100 dólares
en 2012. Las cosas hoy son muy distintas. Sin embargo, una devaluación mirando el
actual “precio de sombra” del dólar como se ha querido vender en el mercado
político electoral seria devastadora.
Así, una devaluación, no solo no es necesaria, tendría un
impacto catastrófico sobre una gestión de gobierno sentada, en principio, sobre
grandes esquemas redistributivos que dejaría colgando por el gobierno saliente,
gasto fiscal que eventualmente habría que mantener en el mediano plazo, en la
medida que el país iría recuperando sus capacidad productiva con la full
recuperación de la actividad privada. Esta razón es sine cuan non, el sector
privado debe retornar con dinamismo, el gobierno debe revertir la arbitrariedad
y las propiedades confiscadas y restablecer un régimen e full protección de los
derechos de propiedad.
Hoy, aunque hay un desorden fiscal, un descomunal derroche
de fondos fiscales y de liquidez internacional, una administración nociva de
las reservas internacionales, una presión inflacionaria represada, una
galopante corrupción, también es cierto que el voluminoso ingreso fiscal
generado a mas de 100 dólares el barril de petróleo compensa a la caída
de unos 500 mil b/d de las exportaciones petroleras, todo ello compensado con
un precio del petróleo superior a 100 dólares el barril entre 2011 y 2012.
Inclusive independiente del enorme gasto publico en
consumo, gasto corriente, unido a un sincronizado proceso de descapitalización
de las empresas básicas, incluida PDVSA, los desequilibrios fiscales han sido
financiados con una acumulación de deuda publica, la situación fiscal en termino
de caja no es peor que la referida en 1995. Así por ejemplo, la contribución
fiscal petrolera es hoy es mayor dos veces ( 15% del PIB) que la del periodo
citado arriba.
De hecho entre el valor de las aportaciones del petróleo con un
precio por barril en promedio en los últimos dos anos de supera los 100 dólares
el barril y una deuda publica contraída en estos anos, -esta, la documentada
alcanza un 25% del PIB-, ha permitido acumular fondos y liquidez internacional
incluyendo las reservas internacionales en volúmenes superiores – a la fecha- a
los 70 mil millones de bolívares. Ese nivel de liquidez internacional compone
un importante amortiguador de liquidez internacional para sostener el mercado
libre de divisas y sobre un régimen de cambio que coloque al dólar en una
plataforma de flotación administrada con las reservas internacionales del BCV.
Que hacer entonces ?
El debate sobre que hacer con el control de cambio el bolívar en
una próxima administración, fluye sobre algunos conocidos prejuicios dilemáticos
en torno al sentido del régimen cambiario, el control y desde luego la fijación
del tipo de cambio. Así, la cuestión cambiaria, o la convertibilidad del
bolívar, vuelve a sentarse sobre conocido prejuicio montado en el mal utilizado
concepto de la “sobrevaluación” del tipo de cambio. El razonamiento emana en el
sentido que el precio del bolívar se ha desviado de su precio real, lo cual
implica que el dólar estaría abaratándose frente al bolívar; puesto en términos
del precio del dólar, el bolívar estaría, comprando más dólares.
Las consecuencias de ese fenómeno serian, entre otras perdida de
la competitividad (encarecerían relativamente) de los bienes transables
producidos en el mercado nacional; sin embargo en Venezuela, con un gobierno
que exporta un bien y cobra en dólares, los incentivos están servidos para
extraer bolívares devaluando, para incrementar el ingreso fiscal.
Competividad
En realidad hay otros factores mas importantes que tienen que
ver con severos costos de transacción que han disminuido la capacidad de
exportar de la empresa venezolana, de ellos el debilitamiento de los derechos
de propiedad aparece como la variable que explica claramente la caída de la
inversión y la descapitalización de la empresa privada nacional. En resumen, es
de suprema importancia comprender que en eventual y seguro triunfo de Capriles
el 7 Octubre, no hay necesidad de maxi devaluar el bolívar como se oye en el
silente debate sobre que hacer con el régimen cambiario.
Hay una buena cantidad de medidas para desmontar el control de
cambio, me refiero a la administración del régimen, de manera de permitir el
acceso libre y garantizar la convertibilidad del bolívar. Previo a ello hay que
poner la casa fiscal en orden y devolverle al BCV la independencia requerida para
que cumpla sus objetivos de inflación y estabilidad monetaria y cambiario, es
decir, para blindar la balanza de pagos en una economía que no debiera tener
–dado el volumen de dividas que produce- controles ni racionamiento, ello es un
atentado a los derechos de propiedad y la democracia es consustancial al
régimen e libertades económicas.
Además hay que eliminar todas las restricciones políticas e
institucionales en decenas de leyes y decretos que han amarrado y
descapitalizado al sector privado venezolano para que pueda invertir y
producir, es decir, lo que llamamos un shock de oferta para que el productor
venezolano se rencuentre nuevamente con el mercado local y pueda ser nuevamente
el sector creador de empleo mas dinámico de la economía venezolana
Las cuentas en dólares y el régimen bimetal
¿Qué hacer entonces.? En primer lugar corregir las distorsiones
fiscales y monetarias que medran entre fondos soberanos, FONDEN, etc.,
instituciones financieras publicas, el Tesoro (Min Finanzas) y el BCV> en
ese sentido, devolver la liquidez internacional (divisas) en esos fondos e
instituciones financieras, incluido el Tesoro al BCV más si se elevara el
volumen de reservas internacionales requerido para proteger cada bolívar en
circulación. Por cierto ese régimen le ha dado muy buenos resultados en Perú,
donde el publico puede obtener dólares desde cualquier cajero automático de
cualquier banco. Vean ese ejemplo de Perú, pero además esos regímenes
bimetálicos son los que existen naturalmente en el mundo desarrollado.
En segundo lugar, autorizar al BCV a que elabore el régimen de
circulación monetaria de la divisa internacional, es decir, aperturas de
cuentas en divisas en la banca nacional y establecer un régimen monetario que
permita contabilidad esos fondos en cuentas en la banca como parte de la
liquidez internacional en poder el BCV.
n tercer lugar reordenar el gasto publico para que la economía
retorne a un grado de control y auditoría, es decir, el respeto a las reglas
fiscales, de manera que los organismos y empresas que hacen actividad fiscal
distinta a su natural actividad económica y financiera, transfieran al gobierno
central las coordenadas del gasto
publico.
El gobierno central debe de inmediato redistribuir las
obligaciones del gasto público a sus entes naturales, la administración
descentralizada, es decir, el respeto a la norma de subsidios que permita un
uso racional e inteligente de los fondos públicos. Con ese arreglo fiscal y
monetario, el gobierno podría establecer el “timming” ( un tiempo) para el desmontaje
cambiario y regresar a la libre convertibilidad. Una moneda libremente
convertible, no podrá ser devaluada, el mercado apreciara o depreciara de
acuerdo a que el gobierno y el BCV cumplan sus funciones debidamente.
Economist, PhD. (London University)