jueves, julio 14, 2011

EVITA DUARTE DE PERON


¿A quién le asusta Evita?

Su "carisma" consiste en repetir cual loro, un repertorio de consejas, chismes y leyendas urbanas

ANTONIO A. HERRERA-VAILLANT | EL UNIVERSAL
jueves 14 de julio de 2011 12:00 AM

A cada tanto tiempo aparece en la historia un personaje político cuya prematuro deceso le depara un inmerecido recuerdo en la mitología colectiva.

Al salir abruptamente de la escena escapan del tenaz escrutinio a que el paso de los acontecimientos somete a otros caudillos.

El caso clásico es Eva Duarte de Perón, cuya muerte por cáncer a los 32 años de edad la llevó a una suerte de canonización póstuma en ciertos sectores. Una prematura parca sirvió para disimular sus robos, abusos y el terrible veneno que alimentó en la sociedad argentina.

Otro caso es el sanguinario "Che" Guevara -especie de Pol-Pot latinoamericano- cuya máxima contribución a la historia de Cuba es el paredón de fusilamiento. El culto que algunos rinden a su presunta "pureza" disimula su auténtico rol de genocida sin misericordia.

Caso contrario son personajes como Fidel Castro, cuya longevidad subraya su único logro existencial: una tediosa supervivencia, sumergida en el deterioro y la mediocridad de un sistema cuyo pleno fracaso él mismo puede palpar.

Personajes como Evita son singulares caudillos salidos del intestino del bajo pueblo. Su "carisma" consiste en repetir incesantemente y cual loro, todo un repertorio de consejas, chismes y leyendas urbanas por siglos que se han propagado cual dogma de fe en botiquines arrabaleros y tabernas pueblerinas a todo lo largo del subdesarrollo.

Todo aquello que para el mundo informado y culto es absurdo y ridículo, lo llegan a creer a pies juntillas los sectores más primitivos, aquellos cuyo vocabulario habitual no pasa de unas cien palabras. Cultivar una onda comunicacional que insulta la inteligencia de los educados es precisamente lo que consolida los nexos de algún líder con "su pueblo".

En tales situaciones viene al pelo la inmortal frase del recién asesinado Facundo Cabral: "Los pendejos son peligrosos porque al ser mayoría eligen hasta el presidente".

Cuando un país se somete a un culto irreflexivo al "lumpen" -impulsado por el deformante poder de las encuestas, algunos teóricos y los medios masivos- es difícil para los sectores más ilustrados superar con lógica y razonamientos los impulsos viscerales de una masa desbocada.

Es tan solo el éxito de experiencias contrarias -posterior a un colapso total de sus regímenes- lo que sirve de antídoto para el veneno de sus prédicas.

Algunos temen al culto que surge cuando desaparece repentinamente una Evita Perón. Pero ni ella ni el Che jamás hicieron tanto daño pintados desde una camiseta, que como cuando fueron de carne y hueso.

aherreravaillant@yahoo.com



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