El Viejo Incrédulo |
Tuvo que informarle al New York Times para que la noticia adquiriera importancia mundial.
Por Gina Montaner
El pasado 22 de agosto un corresponsal del periódico más influyente de Estados Unidos publicó un artículo desde Caracas cuyo titular señalaba que es más peligroso vivir en Venezuela que en Irak. Las cifras escalofriantes que cita el diario se han propagado con la rapidez de un voraz incendio forestal.
Por Gina Montaner
El pasado 22 de agosto un corresponsal del periódico más influyente de Estados Unidos publicó un artículo desde Caracas cuyo titular señalaba que es más peligroso vivir en Venezuela que en Irak. Las cifras escalofriantes que cita el diario se han propagado con la rapidez de un voraz incendio forestal.
En los medios estadounidenses la cobertura sobre Latinoamérica no es frecuente, pero si se trata de la vulneración de la Primera Enmienda, el gremio periodístico reacciona como un mastín acorralado. El detonante de este revuelo mediático que también se reflejó en las páginas de opinión del Wall Street Journal, se debió a la impactante foto que unos días antes había ocupado la portada del rotativo caraqueño El Nacional.
La imagen de decenas de cadáveres apilados en una morgue de la capital causó conmoción entre los venezolanos y un ataque de pánico electoral en las filas chavistas. Sin perder tiempo, desde el Palacio de Miraflores Hugo Chávez manejó los hilos del Poder Judicial y en cuestión de horas se sacaban de la manga una ley mordaza para impedir la publicación de fotografías violentas que pudieran herir la sensibilidad de los menores.
El líder bolivariano es un extraño caso de perro ladrador con escaso alcance a la hora de hincar los dientes. Dice que la guerra con Colombia es inevitable y luego se queda en casa; proclama que acabará por aplastar al imperio yanqui, pero el ataque consiste en comparar a un presidente estadounidense con Satanás mientras le aumenta las ventas de petróleo en un 34% al país enemigo. Y ahora lanza una nueva Fatwa contra la libertad de expresión que ha golpeado aún más su descalabrada imagen a modo de boomerang envenenado.
Lo que no esperaba Chávez es que hasta en las barriadas más pobres el descontento se riega a la par que la sangre corre escaleras abajo en los cerritos. Así lo ilustra en un vídeo clip el rapero venezolano Onechot con un tema explosivo, Rotten Town, en el que nadie, ni los niños, está a salvo de las matanzas diarias. Como era previsible, los censores ya han abierto una investigación contra el subversivo artista.
El Gobierno, temeroso de los resultados de las elecciones a la Asamblea Nacional que se celebrarán el próximo 26 de septiembre, no facilita datos oficiales, pero el organismo independiente Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) arroja estadísticas pavorosas: de 4.500 muertes violentas en 1998 a 16.046 asesinatos en 2009. El Nacional eleva la cifra a casi 20.000. En Irak, con una población similar a la de Venezuela, el año pasado murieron 4.644 civiles. Hoy por hoy la nación bolivariana es una de las más peligrosas del mundo.
Hasta ahora la única habilidad probada de Hugo Chávez es la de parlotear inconteniblemente hasta el delirio. Bajo su mandato errático y autoritario el tejido social se ha ido deshaciendo con incompetentes medidas económicas y la subordinación de un sistema judicial más preocupado por censurar y acosar a la oposición que por perseguir y acabar con el crimen y la delincuencia. De acuerdo con el OVV, no se han producido arrestos en el 91% de todos los casos de homicidios de 2009.
La foto de El Nacional y el vídeo de Onechot se limitan a reproducir la realidad: es más fácil sobrevivir en la sitiada Bagdad que en las calles de Caracas. Venezuela se pudre y Chávez no tiene cómo espantar a las moscas.
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