sábado, marzo 19, 2011
Desde Prodavinci: el Reporero de Guerra Jon Lee Anderson
Despachos desde Libia: Bengasi al borde, por Jon Lee Anderson
Jon Lee Anderson narra las tensiones y temores de los rebeldes en Bengasi, a la espera del ataque de las fierzas de Gadafi.
Por Jon Lee Anderson | 17 de Marzo, 2011
En la tarde del jueves, un muecín llama a la oración. Una ráfaga de pájaros se posa en una palmera de dátiles. Suenan cantos, cuernos y disparos sobres los techos de Bengasi. Algunas chicas cantan “Allahu Akbhar” (expresión común en árabe que significa: “Dios es el más grande”) y jóvenes parodian el infame discurso de Muammar Al Gadafi “Zenga zenga” discurso que dio hace unas semanas, en el cual juró cazar como ratas a los rebeldes de Libia: “Casa por casa, de callejón en callejón”, y pelear hasta “la última gota de sangre”.
En un día en el cual la única acción registrada ha sido la caída de un avión rebelde en el extremo oriental de la ciudad, aparentemente por fuego amigo, hace que el ambiente de celebración parezca fuera de lugar. En la Libia rebelde, las malas noticias son disminuidas por las representaciones masivas de desafío, en las cuales, durante unas pocas horas, siempre que la gente esté disparando, gritando y cantando junta, la victoria aún parece posible. Hace dos noches, después de que las tropas de Gadafi entraran en Ajdabiya, la ciudad más próxima en dirección oeste, y la tomaran en menos de una hora, Bengasi estalló en disparos festivos.
A veces, los rumores toman forma oficial cuando los voceros revolucionarios hacen circular información falsa para los periodistas. En la tarde del martes, horas después de que las tropas del gobierno libio entraran en Ajdabiya, el vocero del consejo militar insistió en que la ciudad había sido liberada y se encontraba bajo el control de los rebeldes. La jornada del Jueves fue tan fuerte para algunos reporteros que después de haber regresado del combate en Ajdabiya donde casi mueren víctimas de la artillería y disparos de cohetes, han abandonado Bengasi en dirección de Tobruk, una ciudad cercana a la frontera con Egipto. De hecho, en las últimas cuarenta y ocho horas, la mayoría de la prensa extranjera ha abandonado Bengasi, en el entendido de que pronto los rebeldes perderán la ciudad.
Colmando los miedos y preocupaciones de todos, cuatro de nuestros colegas y amigos que estuvieron en Ajdabiya el martes -reporteros del New York Times: Anthony Shadid, Stephen Farrell, Lynsey Addario y Tyler Hicks- desaparecieron. En este momento se presume han sido capturados por las fuerzas de Gadafi.
En lo que respecta al motivo de la manifestación de esta tarde, un amigo, un hombre llamado Osama, de unos veinti tantos años, me dijo que la celebración tiene que ver con los rumores de un ataque de misiles contra Bab al-Azizia, base de Gadafi en Tripoli, “posiblemente de mano de los franceses”. Osama sonrió. Sospecha, como yo, que el rumor es solamente un rumor. Mientras que las fuerzas de Gadafi se acercan a Bengasi, muchos rumores llenos de esparanza se han ido colando en la ciudad. Ayer, un piloto del gobierno fue enviado a bombardear Bengasi, y en lugar de hacerlo, soltó sus bombas en la pista de aterrizaje en Sirt, ciudad controlada por las fuerzas gubernamentales, y luego voló hasta Trípoli, donde al estilo kamikaze se estrelló en la base principal de Gadafi.
La veracidad de los hechos es difícil de establecer, porque los revolucionarios tratan de repeler las predicciones de Gadafi sobre la inminente aniquilación de los rebeldes con proclamaciones de victorias no documentadas. Ellos reconocen la falta de evidencia en relación con la historia del kamikaze. Señalan las imagenes emitidas ayer por la television donde un Gadafi enardecido calificó a Nicolás Sarkozy de “payaso”, y afirmó haberle financiado la campaña electoral a la presidencia, y juró venganza por haber sido amenzado por Francia con una acción militar.
En cada café y restaurant de esta ciudad mayormente destruida, los hombres ven atentamente televisión -Al Arabiya y Al Jazeera son los canales más vistos- y siguen noticias de la onceava hora de debate en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y también siguen noticias del campo de batalla. Aparentemente las tropas de Gadafi están reunidas alrededor de la ciudad occidental de Misurata, listas para atacar a los rebeldes. Sus fuerzas también han rodeado la ciudad de Ajdabiya, y el consenso general es que si pueden tomarla, irán directamente a atacar Bengasi, una ciudad de un millón de habitantes, lugar de nacimiento de la revolucion libia.
Hoy, un influyente hombre de negocios me dijo que si la demorada ayuda de los Estados Unidos no llegaba, Bengasi estaría acabada. Él y otros libios han pensado que todo terminaría en una semana y no tendrían mayor opción que retirarse y pelear una guerra de guerrilla en las montañas al este de aquí. Durante los cuarenta y dos años de Gadafi en el poder, un gran número de disidentes políticos ha sido colgado en Bengasi, y se cree que sin ayuda internacional, Gadafi podría retomar esa práctica.
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