martes, enero 30, 2007
Dictadura
Dictadura
Michael Rowan
El Universal, 30/1/07
El comunismo del siglo XXI, al igual que la versión del siglo pasado, es una máscara de la dictadura. El comunismo ruso no transfirió la propiedad de la producción ni el poder al pueblo, como deseaba Marx, sino al dictador Stalin. La versión china hizo lo mismo con Mao, la versión cubana con Castro y la versión venezolana lo está haciendo con Chávez.
A Marx le complacería, sin embargo, el hecho de que los trabajadores posean los medios de producción en EEUU, donde la mayoría de las acciones de las 500 corporaciones de la revista Fortune pertenecen a los fondos de pensión de los trabajadores. Irónicamente, lo que más deseaba Marx lo consiguió la libre empresa, el trabajo libre y el libre mercado.
No entienden
A los comunistas les cuesta entender que no tienen un planteamiento económico que puedan presentar a cualquiera. Mientras el libre mercado incrementó el PIB per cápita en los países pobres 5,4 veces desde 1820, ninguna nación comunista ha experimentado una mejoría comparable dentro de sus fronteras. La excepción es China, que ha sacado a 200 millones de
personas de la pobreza desde 1980, pero Chávez debería apreciar la ironía implícita en la forma en que Pekín logró eso: a través de capitalismo, comercio y globalización. Los trabajadores de China deben sus mejoras económicas a las ideas de Adam Smith, no de Karl Marx.
Solamente el poder
A Chávez le importa el poder, nada más. Ahora legisla sin la Asamblea, juzga sin los tribunales, cuenta votos sin el CNE y cuenta dinero sin el Banco Central. Quiere gobernar sin objeciones en asuntos de educación, salud, economía, medios, ejército e incluso de religión. Bueno, Stalin también lo hizo. Pero no por eso tuvo razón o fue un santo.
El chavismo no es una religión, ni Jesucristo era socialista. No necesitamos que Chávez nos diga que Jesús estaría de su parte si estuviera hoy en Venezuela. Porque cuando nos arrodillamos a rezar, implorando a Dios que ponga fin al mal y la destrucción que ha caído sobre el pueblo de Venezuela, vemos que es Jesús, no Chávez, quien está en la cruz, y es el cristianismo, no el comunismo, lo que Él predicaba. Amén.
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