He leído el pedido que hace la organización arriba citada, uno de enviarle cartas de amor y de aliento al comandante-presidente. Dice el pedido:
“La idea es que el mandatario pueda recibir miles de cartas de jóvenes de diversos sectores y latitudes del país que expresen su ferviente amor por la Patria, la Revolución Bolivariana y le deseen al Comandante su pronta mejoría, con la alegría y la originalidad que caracteriza a la juventud venezolana”.
Por supuesto, no califico para escribir una carta así a Hugo Chávez. Tengo 79.6 años, por lo cual no puedo decir que soy jóven, al menos en sentido cronológico. Así mismo, no comparto el “amor” por el comandante-presidente porque no le debo nada, ni a título individual ni ciudadano. Al contrario, creo que aun aquellos quienes han recibido sus dádivas y creen deberle algo, tarde o temprano se darán cuenta de que el personaje no les hizo ningun favor, ya que los hundió aun más en el foso de la dependencia y la indefensión.
Mi carta dice:
Deseo fervientemente que usted nunca regrese a Venezuela a seguir haciéndole daño a la nación. Para ello no es necesario que muera, simplemente que se quede viviendo allá, con sus amigos.
Como es mi amor por la patria? La concibo como la obligación de ser un buen ciudadano para que mi patria salga adelante. Ello significa educarme lo mejor posible, a fin de aprender a hablar civilizadamente, no como un patán. Aprender gramática y aritmética, para no dar la cómica. No humillar a mis colegas en público. No hacer daño físico ni moral a quienes no compartan mis ideas. Trabajar honestamente sin recibir limosnas del estado. Procurar que mi país se sienta orgulloso de mí. Tratar de ser digno y discreto, no cursi, en mi relación con otros.
Mi amor por la patria me obliga a no usar los recursos de la nación para mi provecho personal y a tratar de que mi país sea visto como una sociedad de gente libre y digna. Mi amor por la patria, tengo el deber de decirle, no se parece en nada al pseudo amor que usted le profesa. Lo de usted es una actitud que embrutece y tiende a mediocrizar la sociedad venezolana, convirtiéndola en un burdel moral en el cual prevalecen la ridiculez y la ignorancia.
Para no ir más lejos, lo que usted hace al glorificar su cobarde golpe de estado de 1992 es lo contrario de amor por la patria y lo ha convertido en objeto del desprecio de los demócratas de nuestro país.
Mi amor por la revolución bolivariana no existe, simplemente porque no ha existido en Venezuela tal cosa como una revolución, mucho menos bolivariana. Una revolución es un episodio fundamental en la vida de los pueblos, no una montonera de malandros como la que usted ha presidido por 14 años.
Revolución fué la estadounidense, o la rusa o la francesa. Pero, esta quincalla suya, de Maduro, Cabello, Cilia Flores e Iris Varela? Noooooó, comandante-presidente, eso solo ha sido una zarzuela de moluscos y mariscos.
No lo quiero ver más en Venezuela. Quédese en Cuba, con su colección de relojes costosísimos comprados con nuestro dinero; quédese con uno de los aviones que usted adquirió, como jeque tropical, después de mucho decir que tener aviones del estado era inmoral; quédese usted allá, asistido por los médicos anónimos que han abandonado su ética professional para prestarse al secreto y al engaño.
Quédese usted en la casa que los Castro le han construído allá, por cierto con parte del dinero que usted les regaló. Quédese chapoteando en aquel pantano, hasta que lo llame Belcebú.
Parecería que la hora de su peor castigo ha llegado, ser relegado al asiento de atrás del autobús que maneja el chofer armado de un GPS de fabricación Cubana, el que le dicta hacia adonde dirigirse.
Ahora es usted un pasajero, con la invalidez y la mudez de los irrelevantes.
No creo que esta carta se la hagan llegar, la voy a poner en mi blog.
Gustavo Coronel
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