viernes, enero 06, 2012

Eso sólo puede ser un chiste de Chávez


Eso sólo puede ser un chiste de Chávez

Por: Juan Arias | 29 de diciembre de 2011
Brasil

Cuando esta mañana abrí el computador me encontré en la edición on line del diario O Globo, firmada en Caracas, una noticia que tuve que leer dos veces para saber si se trataba de una inocentada. No lo era. En ella se informa que el presidente venezolano, Hugo Chávez, sospecha que los Estados Unidos estén usando un tecnología para producir el cáncer en Jefes de Estado latinos.

Hablando a las Fuerzas Armadas, el líder venezolano, conocido por sus paranoias en relación al poder ejercido por los Estados Unidos contra Venezuela y contra toda América Latina afirmó que “no sería extraño que los estadounidenses estuviesen desarrollando una tecnología para producir cáncer y que nadie lo haya descubierto hasta ahora…No sé. Estoy solo reflexionando. Pero es muy, muy extraño.Es un poco difícil de explicar eso, existen razones incluso basadas en la ley de la probabilidad”, afirmó.

Chávez se refería a la coincidencia de que en menos de un año, cinco grandes líderes de América del Sur hayan sufrido de cáncer: La Presidenta, Dilma Rousseff (sistema linfático); el expresidente Lula da Silva ( laringe); el vicepresidente de la República de Brasil en los dos gobiernos de Lula, José Alencar, fallecido en enero pasado de cáncer de estómago; el Presidente de Paraguay, Fernando Lugo (linfático), la Presidenta de Argentina, Cristina Kirchner (tiroides) y él mismo, también víctima de un cáncer cuya naturaleza aún no ha sido totalmente reconocida.

Una de las autoridades que alertaron a Chávez de que los Estados Unidos podrían estar detrás de esos cánceres con una tecnología aún desconocida, fue, según ha afirmado él a los militares, el expresidente cubano, Fidel Castro.

“Fidel siempre me dijo: “Chávez, ten cuidado. Esa gente ha desarrollado una tecnología. Usted toma muy poco cuidado. Esté atento con lo que come, de los que ellos te hacen comer…Una pequeña aguja y ellos te inyectan quien sabe qué”.

El líder venezolano ha llegado a alertar a los otros líderes latinoamericanos, dando a entender que también ellos podrían caer víctimas de esa misteriosa tecnología elaborada en los Estados Unidos, para producir cáncer en los líderes latinos. Y ha alertado especialmente a su colega boliviano Evo Morales: “Nosotros tenemos que cuidar bien de Evo. Tome cuidado, Evo”, afirmó en su discurso a los militares.

Leí, como dije, la noticia dos veces. No quería creérmela. Es tan loca que sólo puede ser una broma, un chiste y de mal gusto del populista venezolano.

Creo, seriamente, que esas paranoias contra los Estados Unidos llegadas hasta el extremo de admitir la hipótesis de que puedan estar desarrollando una tecnología para producir un cáncer en jefes de Estado que nos les gustan, no sólo son una ofensa a la ciencia, sino que acaban empañando la política exterior de un continente como América Latina.

Estamos hablando de un continente emergente, fundamental hoy en la geopolítica mundial, que lucha por conseguir una democracia plena, por liberarse de los últimos restos de populismos y duactaduras arcaicas y que es una esperanza hasta de sobrevivencia para el futuro ya que, según datos oficiales de los expertos mundiales en alimentación en este continente latinoamericano se producirán dentro de 20 años, el 40% de todos lo alimentos que necesitará la Humanidad para no morir de hambre, como se informó en el XII Congreso Iberoamérica, celebrado meses atrás en Rio de Janeiro. Sin contar que en América Latian se encuentra más de un 30% de toda el agua potable del Planeta, sus mayores florestas y su mayor biodiversidad.

Esto podría ser un elemento más de los evidentes disparates del Chávez. Después de todo, varios de los líderes de otros afectados tienen buenas relaciones con los Estados Unidos y las amenazas para la salud hasta ahora han aumentado la popularidad de ambos: la política latinoamericana ha contado con una racha sensiblera, desde la temprana muerte (sí, de cáncer) de Eva Perón. Pero el señor Chávez pudo haber colocado una cortina de humo alrededor de todo esto. Los recientes casos de cáncer ofrecen no sólo historias de sufrimiento personal, sino también un fuerte contraste en la forma en que los dirigentes afectados han manejado las noticias sobre su salud.

Cuatro de los presidentes han sido ejemplares en la divulgación de información oportuna sobre su situación, superanado el instinto humano de mantener el secreto en la materia. La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, fue diagnosticado con cáncer linfático en 2009, en vísperas de la campaña en la que fue electa. Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, fue abierto de igual manera cuando se trató de la misma enfermedad. En octubre, cuando el predecesor de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva, fue diagnosticada con cáncer de laringe y fue preciso al ordenar a su doctor a divulgar los detalles de su condición a la prensa de su país. La Sra. Fernández, quien esta semana fue operada de cáncer de la tiroides, se ha comportado de manera similar.

El disonante de todo esto es el señor Chávez. Él ha dicho que hubo una operación en Cuba en junio para eliminar un bulto de su área pélvica, insiste en que, después de cuatro sesiones de quimioterapia, ha sido curado. Pero él se niega a revelar qué tipo de cáncer tiene; incluso, ni ninguna de sus médicos ha aparecido en público para ofrecer un pronóstico. La deducción obvia es que el problema puede ser más grave de lo que dice. Algunas fuentes de inteligencia extranjeras sugieren que el señor Chávez tiene un sarcoma incurable. La responsabilidad democrática debería estar siempre por encima de secreto médico.

Si esto es cierto, no sería el primer líder político para tratar de ocultar un problema médico. François Mitterrand gobernó Francia durante 11 años mientras se atendía su cáncer de próstata. John Kennedy tomaba inyecciones diarias de esteroides, por un raro trastorno endocrino. Pero es difícil en las sociedades más abiertas de hoy para que tal secreto se mantenga. Por ejemplo, los funcionarios indios han mantenido los labios sellados sobre la enfermedad que afecta Sonia Gandhi, la reina sin corona del partido gobernante del país, y la nube de ese silencio contribuye a la parálisis del gobierno en Nueva Delhi.

En cuanto a Chávez, quien ha mal gobernado a su país durante los últimos doce años y que aspira por otro seis años más como presidente en las elecciones previstas para el 7 de octubre del 2012, los venezolanos tienen derecho a saber si su salud es lo suficientemente buena para que haya una posibilidad razonable del cumplimiento de su mandato. Las alegres declaraciones oficialistas no sirven de nada sino están respaldados con detalles médicos. Esto es especialmente importante desde que Chávez sistemáticamente ha concentrado el poder en sus propias manos. Sus compinches están compitiendo para cargos públicos y ha comenzado a barajarse los cargos del alto gobierno. El día de Reyes, en la basílica de la Virgen del Coromoto, patrona de Venezuela, nombró a dedo al militar Silva como nuevo Ministro de la Defensa, un militar que lo acompañó a dar el Golpe de Estado contra el gobierno legítimo del Presidente Carlos Andrés Pérez.

¿Es una simple coincidencia? La Constitución de Venezuela, inspirado por el Sr. Chávez, le permite al presidente cambiar su vicepresidente en cualquier momento. Ahora debe dejar claro a quien él ve como su heredero político. El silencio continuó proporcionará a los venezolanos una razón más para votar por la oposición en las próximas elecciones presidenciales.

Traducción Lapatilla / TheEconomist

No hay comentarios.: