viernes, mayo 20, 2011

La guitarra de Shakira

La guitarra de Shakira, o sobre el erotismo de la adulancia
MARCOS R. CARRILLO P. | EL UNIVERSAL
viernes 20 de mayo de 2011 10:21 AM

La adulancia es la verdadera esencia de un buen revolucionario. Desde Lenin y Stalin, pasando por Mao, los emperadores comunistas norcoreanos, el "padre Fidel" hasta el arañero de Sabaneta, para estar en la pomada de una verdadera revolución se debe pasar por el tamiz de la lisonja.

Los que rodean al de aquí experimentan una especie de éxtasis erótico cuando son nombrados por el mandamás, así sea para humillarlos. Danzas de siete velos, sonrisas angustiadas, corazones acelerados, miradas anhelantes, son parte de la novela creada alrededor de un Aló Presidente, o un Consejo de Ministros televisado. La excitación crece hasta que llega el magno instante en el que se les permite que un soplo salga del alma para entonar la jaculatoria máxima: "¡ordene micomandantepresidente!" (Como correctamente lo escribe el agudo Elides Rojas). Es entonces cuando la pasión llega a su clímax y sudados, extenuados, rendidos, caen postrados ante ÉL.

La embriaguez erótica que experimentan los comunistas totalitarios termina transformándose en culto. Ufanos proclaman la muerte de Dios, para erigir en su lugar la estatua de un mandamás arrogante, caprichoso, sin misericordia y de más carne que hueso. La relación pasa entonces de la experiencia sensual a la mística. Ya no se trata sólo del placer desatado por la voluptuosidad del poder sino del arrebato producido por la verdad revelada, por la de adoración divina, tal y como lo proclamó el diputado Escarrá cuando dijo que Chávez es "el sol alrededor del que todos debemos girar" (¿será que se siente Júpiter?).

Tal vez por ello es que le hacen ofrendas. Izarrita se torna trino y uno a la vez y, evocando a Melchor, Gaspar y Baltazar, le presenta el oro de la publicidad elogiosa, el incienso de Naomi Campbell y la mirra en forma de un "guitar hero" que falsifica el instrumento de una popstar para obtener la bendición del niño del pesebre, quien, por cierto, no califica ni para que le regalen la guitarra de Arjona. Por su parte, Farruco le regala colecciones de maquetas, mientras otros preparan cenas con productos importados, encienden cirios por si se va la luz, entonan alabanzas por si están en alguna lista de caprichos o repiten las maravillas de vivir en un paraíso como el forjado por su comandante, quien deberá reinar per secula seculorum.

Los Ramonet o los Monedero, se convierten en tarifados evangelistas que tratan de explicar y justificar la egregia obra, mientras otros maquillan cifras para corroborar las profecías y otros más, como Hans Dietrich, son tratados como renegados apóstatas que trataron de besar la frente del elegido.

Así, todo totalitarismo, y el nuestro en particular, termina siendo una subasta de seducciones, un súplica erótica por no ser defenestrado y seguir obteniendo los favores de quien los puso "donde haiga" por la sola fidelidad al "proceso", sin tomar en cuenta mérito alguno.

Esa es la verdadera esencia del socialismo del siglo XXI: jalo ergo existo. Ya lo dijo Robert Serra, el hasta hace poco mediocre estudiante y ahora flamante diputado de la religión chavista: "si hacer lo que diga Chávez es ser foca, entonces yo soy una foca". Amén...

mrcarrillop@gmail.com

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