domingo, octubre 03, 2010

Rafael Poleo nos manda su artículo





Rafael Poleo en su refugio de Miami
Por Rafael Poleo en su columna: A Sangre Fría.

Chávez ha encontrado un Museo Militar cibernético : el Twitter. Parapeteado detrás de esa red social como el 4 de febrero al refugiarse en la vetusta construcción de la Planicie, mientras abajo los soldaditos se jugaban el pellejo y en muchos casos los perdían, el héroe proclamaba que él ganó las elecciones del domingo. Desde cierto ángulo moral, tiene razón. Lo dicen los números. Con sólo el 47% de los votos obtuvo el 66% de los diputados. 

Un atracador puede sacar una cuenta parecida. Una buena pistola de 9 mm costará unos US$4.600 dólares y con ella se puede tirar un atraco que al delincuente le reporta diez veces esa suma. El atracador podrá decir que ha ganado en el negocio.

A los efectos de Chávez, lo que viene al caso es que él se echó sobre los hombros la campaña de las elecciones de diputados del 2010.La personalizó en sí mismo creyendo que así llegaría al objetivo de conquistar dos tercios de la Asamblea, y el resultado es que el 53% de la población electoral se pronunció contra él según las cuentas, y mucho más si se considera la atmósfera de coacción y soborno dentro de las cuales se voto el domingo en Venezuela.

Confieso que para mí este Chávez del domingo fue un descubrimiento que me había negado a hacer. Los tres o cuatro lectores asiduos  que yo pueda tener, recordarán mi resistencia a aceptar la tesis de que el comandante Chávez es un cobarde.  Me parecía un insulto innecesario. Suficientes razones hay para detectarlo sin necesidad de que sea un miedoso. Inventé la irónica expresión, ya generalizada, de “El héroe del Museo Militar”. Pero después la sentí cruel, y la retiré. Pero el domingo en la noche, frente al más importante descalabro que ha sufrido en su carrera de aventurado político, Chávez demostró una increíble cobardía. Miedo a nivel de pánico, agravado porque fue el miedo de un comandante que deja solas a sus huestes derrotadas.

A la hora de dar la cara, fue el infeliz de Aristóbulo Istúriz, otrora dirigente honorable ahora reducido a la deplorable condición de adulante barato, quien tuvo que dar la cara en el ridículo balcón del pueblo frente a una reducida turba acarreada en autobuses, que lo rechazaba gritando que querían ver a Chávez. Pues nada. El comandante araña repitió lo del 4 de febrero. Que se arriesguen los subalternos. Los parroquianos del balcón del pueblo tuvieron que conformarse con el desteñido discurso de un jalabolas de ocasión.

Es vergonzoso que cuando a los venezolanos nos toca vivir una dictadura lo que tenemos se este adefesio. Nosotros, que tuvimos el berraco de Juan Vicente Gómez, pacificador de caudillejos acabadores de pueblos, en cuya cárcel murió mi abuelo el barloventeño Temístocles Poleo tras ocho años de reclusión; nosotros que combatimos a otro dictador como fue el General Marcos Pérez Jiménez , sable de oro en su curso de Estado Mayor en la prestigiosa academia militar de Chorrillos (Perú), ahora recibimos como castigo a nuestra frivolidad electoral de 1998 el mando torpe, sin elegancia ni grandeza, de este joropero de actos culturales, empeñado en convertirnos en colonia de Cuba. ¡ Qué desgracia, carajo !

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