Fidel Castro Soberbio |
El padre y maestro, Fidel, habló clarísimo ¿Y ahora?
09.09.2010
12:29 PM
12:29 PM
Finalmente el viejo asesino Fidel Castro, esclavistas de varias generaciones de cubanos, explotador de falsas esperanzas, alimentador de miserias, manipulador, castigador de pueblos, embustero, vividor y, verdugo de miles de vidas, por solo hacer un vuelo rasante sobre esta miserable vida, reconoció que todo su engaño, que todo su sistema comunista, no sirve para nada, no sirve a estas alturas ni para los cubanos.
En realidad nunca sirvió. Como también fracasó en la vieja Unión Soviética, o en Alemania y todos esos países de la esfera comunista, donde en este nuevo siglo las generaciones que vivieron bajo la bota comunista les toca ahora el triste papel de cargar maletas o vagar en las plazas, mientras los más jóvenes, mejor formados, con dominio de varios idiomas y una visión competitiva y de superación, cargan con la misión de reconstruir lo que los Castro de esos lados (Polonia, Hungría, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia y otros) destruyeron sin misericordia. Basta ir a La Habana o a cualquiera de estos países para notar, por un lado la miseria y la ruina, y en los otros, las tremendas diferencias culturales y de formación generacional que dejó el comunismo.
Por allá fueron cayendo por obra y gracia de la historia y la muerte del epicentro: la URSS y la caída del Muro de Berlín. La quiebra de una sociedad y la inviabilidad de un proyecto, muertos por delante, sufrimientos y cárceles sin sentido, hasta que se derrumbaron. Pero, aquí en el Caribe, la cosa es diferente. El asesino salió más terco. El dictador, ya con la muerte dibujada en lo que le queda de barba, se pegó como una garrapata a los soviéticos para, aprovechando intereses comunes inventados, sacarle toda la plata que pudo. Luego consiguió otros venados en Centroamérica y África. Una forma de gobierno con su fórmula de mantenerse en el poder es factible de negociación. Así Fidel, vendía su saber hacer criminal y su sabiduría para gobernar eternamente, bajo la represión y el terror a cualquier dictador que mostrara su interés en defender una ideología que bien puede servir de mampara y, claro está, quedarse en la silla hasta que los huesos digan basta.
¿Quién fue el último cliente de esta estafa, de este fraude ideológico? Todos lo sabemos. Sabio como ninguno, entabló una relación ganar-ganar con el anciano asesino. Yo de doy dólares, petróleo, cargos, poder, influencia, negocios y tu me das la fórmula de ese poderoso sistema de gobierno que con visos de esclavitud y retazos de mafia, domina a una sociedad completa, mata a otra parte y deja escapar a otra buena porción, para después instalarse a envejecer y hacerse rico, con toda la cúpula, mientras se pregona la salvación del pueblo y se explotan sus esperanzas.
Todo eso estaba dicho. Un fraude. El fraude más grande de la historia. Pero, hasta que el propio gerente general de la franquicia asesina no lo admitiera, como en efecto lo hizo, la fórmula podía seguir viva y dando beneficios. Si Castro está matando la fórmula de apoderamiento que puso a millones de cubanos a vivir fuera de su país, a otros varios miles bajo la tierra como le gusta decir a los brillantes oficiales militares del chavismo o en las cárceles o bajo vigilancia directa, es que ya el fraude no aguanta más. No aguanta ni en Cuba y tampoco en Venezuela. La historia está a punto de jugar bowling con los dos sistemas.
Ahora, no es tan fácil el asunto. Castro estafa a un país por más de 50 años y, de un día para otro, con la pelona llevándole el bastón, admite que fracasó, que su sistema es una plasta y que ahora son más pobres que cuando empezó el fraude continuado. ¿Qué viene? Sin duda hay un derrumbe institucional en Cuba, aunque puede ser no tan revolucionario y rápido. Salvo que los cubanos salgan a la calle a reclamar al estafador la mentira y la sangre perdida. Eso, no parece que pueda ocurrir, pero sí se aprecia el fin del régimen, aunque sea por traslado hereditario.
Para la parte cubana del continente, es decir Venezuela, la pérdida del piso filosófico que defendía el verdadero líder del fraude de aquí, es un golpe político importante para alguien que hasta hoy se ha declarado socialista, marxista, pro Fidel Castro, pro cubano y copista de todo el sistema por el cual está pagando caros derechos de uso. ¿Jau ar yu Fidel? Pues, aquí, brincando la talanquera. El mar de la felicidad se tragó al submarino de Giordani y ese barco podrido se llevó todo el discurso del líder intergaláctico.
Habrá que estar preparados para escuchar al líder indiscutible del fraude versión Venezuela, gritándole a Fidel en cadena: cachorro del imperio, vende patria, desgraciado, ladrón, borracho, vicioso, traidor a la patria, estafador, embustero, oligarca, explotador, esclavista, asalariado de la CIA, mercenario del Pentágono.
Nada de raro tendría.
Ojalá no tengamos que esperar 50 años para escuchar a Chávez decir: el sistema venezolano, antes cubano, no nos sirve ni en Venezuela.
Mientras más pronto mejor.
Twitter: @ejrl
En realidad nunca sirvió. Como también fracasó en la vieja Unión Soviética, o en Alemania y todos esos países de la esfera comunista, donde en este nuevo siglo las generaciones que vivieron bajo la bota comunista les toca ahora el triste papel de cargar maletas o vagar en las plazas, mientras los más jóvenes, mejor formados, con dominio de varios idiomas y una visión competitiva y de superación, cargan con la misión de reconstruir lo que los Castro de esos lados (Polonia, Hungría, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia y otros) destruyeron sin misericordia. Basta ir a La Habana o a cualquiera de estos países para notar, por un lado la miseria y la ruina, y en los otros, las tremendas diferencias culturales y de formación generacional que dejó el comunismo.
Por allá fueron cayendo por obra y gracia de la historia y la muerte del epicentro: la URSS y la caída del Muro de Berlín. La quiebra de una sociedad y la inviabilidad de un proyecto, muertos por delante, sufrimientos y cárceles sin sentido, hasta que se derrumbaron. Pero, aquí en el Caribe, la cosa es diferente. El asesino salió más terco. El dictador, ya con la muerte dibujada en lo que le queda de barba, se pegó como una garrapata a los soviéticos para, aprovechando intereses comunes inventados, sacarle toda la plata que pudo. Luego consiguió otros venados en Centroamérica y África. Una forma de gobierno con su fórmula de mantenerse en el poder es factible de negociación. Así Fidel, vendía su saber hacer criminal y su sabiduría para gobernar eternamente, bajo la represión y el terror a cualquier dictador que mostrara su interés en defender una ideología que bien puede servir de mampara y, claro está, quedarse en la silla hasta que los huesos digan basta.
¿Quién fue el último cliente de esta estafa, de este fraude ideológico? Todos lo sabemos. Sabio como ninguno, entabló una relación ganar-ganar con el anciano asesino. Yo de doy dólares, petróleo, cargos, poder, influencia, negocios y tu me das la fórmula de ese poderoso sistema de gobierno que con visos de esclavitud y retazos de mafia, domina a una sociedad completa, mata a otra parte y deja escapar a otra buena porción, para después instalarse a envejecer y hacerse rico, con toda la cúpula, mientras se pregona la salvación del pueblo y se explotan sus esperanzas.
Todo eso estaba dicho. Un fraude. El fraude más grande de la historia. Pero, hasta que el propio gerente general de la franquicia asesina no lo admitiera, como en efecto lo hizo, la fórmula podía seguir viva y dando beneficios. Si Castro está matando la fórmula de apoderamiento que puso a millones de cubanos a vivir fuera de su país, a otros varios miles bajo la tierra como le gusta decir a los brillantes oficiales militares del chavismo o en las cárceles o bajo vigilancia directa, es que ya el fraude no aguanta más. No aguanta ni en Cuba y tampoco en Venezuela. La historia está a punto de jugar bowling con los dos sistemas.
Ahora, no es tan fácil el asunto. Castro estafa a un país por más de 50 años y, de un día para otro, con la pelona llevándole el bastón, admite que fracasó, que su sistema es una plasta y que ahora son más pobres que cuando empezó el fraude continuado. ¿Qué viene? Sin duda hay un derrumbe institucional en Cuba, aunque puede ser no tan revolucionario y rápido. Salvo que los cubanos salgan a la calle a reclamar al estafador la mentira y la sangre perdida. Eso, no parece que pueda ocurrir, pero sí se aprecia el fin del régimen, aunque sea por traslado hereditario.
Para la parte cubana del continente, es decir Venezuela, la pérdida del piso filosófico que defendía el verdadero líder del fraude de aquí, es un golpe político importante para alguien que hasta hoy se ha declarado socialista, marxista, pro Fidel Castro, pro cubano y copista de todo el sistema por el cual está pagando caros derechos de uso. ¿Jau ar yu Fidel? Pues, aquí, brincando la talanquera. El mar de la felicidad se tragó al submarino de Giordani y ese barco podrido se llevó todo el discurso del líder intergaláctico.
Habrá que estar preparados para escuchar al líder indiscutible del fraude versión Venezuela, gritándole a Fidel en cadena: cachorro del imperio, vende patria, desgraciado, ladrón, borracho, vicioso, traidor a la patria, estafador, embustero, oligarca, explotador, esclavista, asalariado de la CIA, mercenario del Pentágono.
Nada de raro tendría.
Ojalá no tengamos que esperar 50 años para escuchar a Chávez decir: el sistema venezolano, antes cubano, no nos sirve ni en Venezuela.
Mientras más pronto mejor.
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