miércoles, enero 24, 2007

MÁS MERCADO Y MÁS IGUALDAD

MÁS MERCADO Y MÁS IGUALDAD

LUIS GUILLERMO BOGGIANO,
EL UNIVERSAL, 23/1/07

La polarización entre socialismo y capitalismo se debe en gran medida al histórico conflicto político y económico entre las naciones que han supuesto que ambos modelos son excluyentes. El efecto más pernicioso de este enfrentamiento son las nociones excluyentes de que, por un lado, la mano invisible del libre mercado es suficiente para resolver cómo, cuánto y para
quién distribuir la riqueza económica y, por el otro, que los programas sociales para los pobres son impedimento para generar riqueza económica.

Ambos sistemas tienen ventajas y desventajas. Comencemos con el socialismo. Su fortaleza es la solidaridad, pues existe una responsabilidad colectiva de asegurar derechos sociales fundamentales como educación, salud o vivienda. Su debilidad es que no incentiva la iniciativa individual ni la generación de valor económico.

Esta debilidad fue evidente en el modelo socialista marxista-leninista de la Unión Soviética. En esos países la iniciativa individual fue brutalmente suprimida, no existió la generación de valor económico como objetivo fundamental de la actividad económica y las empresas estatales eran ineficientes.

El fracaso de este modelo económico se manifestó en el derrumbe del muro de Berlín, la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición del modelo marxista-leninista. Las naciones que han adoptado la visión socialista de la economía han fracasado y generado pobreza económica e intelectual.

La fortaleza del capitalismo es el estímulo al espíritu emprendedor del individuo, la innovación y el crecimiento económico. Basta con considerar el extraordinario grado de prosperidad material e innovación tecnológica de la mayoría de las naciones capitalistas. Sin embargo, la debilidad del capitalismo está en la distribución de la riqueza. Es una ironía que en Estados Unidos, con una economía capitalista de libre mercado, el veinte por ciento de su población no tiene acceso a la salud porque no posee recursos económicos.

Lo que se debe plantear es la adopción de las fortalezas de ambos sistemas para hacer contrapeso a sus debilidades. Un ejemplo notorio es China, que se autocalifica como comunista pero posee una economía capitalista. Bajo el liderazgo de Den Xiaoping, China abolió los controles que pesaban sobre su economía y adoptó medidas de libre mercado, que incluían la privatización de cientos de empresas.

El resultado ha sido prácticamente un milagro económico que ha hecho de China la segunda economía más grande del planeta, con un crecimiento económico de casi diez por ciento anual.

La clave para Venezuela está en adoptar lo mejor de ambos sistemas. Por un lado, se debe estimular el mercado, porque es el motor del crecimiento económico. Por otro lado, debemos tener un país con sociedad civil, instituciones democráticas, partidos políticos y sindicatos fuertes, junto con un gobierno inteligente en el ámbito social, que puedan actuar como antídotos a las distorsiones del libre mercado y garanticen la protección de los derechos fundamentales. Si el socialismo del siglo XXI es marxista-leninista, su fracaso estará asegurado. La historia así lo muestra.

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