sábado, agosto 15, 2015

USA y CUBA



“Nuestras políticas del pasado no han conducido a una transición democrática aquí en Cuba. Sería poco realista esperar que la normalización de relaciones tenga un impacto transformador en el corto plazo (...) habrá contratiempos en el camino”. Esta frase, pronunciada ayer en Cuba por John Kerry, el primer secretario de Estado estadounidense en visitar la isla en siete décadas, anticipa el difícil camino que comenzarán a recorrer Washington y La Habana a partir de hoy.
La izada de la bandera estadounidense en la embajada en la capital cubana, que había sido desmontada en enero de 1961, cuando los dos países rompieron relaciones, es el acto simbólico que sella el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, proceso que comenzó oficialmente el 20 de julio y que se vislumbra lleno de obstáculos, no sólo por la dificultad de los temas pendientes (levantamiento del embargo, devolución de Guantánamo, pago de indemnizaciones, derechos humanos y democracia), sino por la oposición que el tema encuentra en el Partido Republicano, que ya advirtió que no levantará el embargo —facultad exclusiva del Congreso de EE.UU., en donde tiene la mayoría— ni aprobará la nominación de un embajador en la isla. Varios grupos anticastristas en Miami, enclave histórico del exilio cubano en Estados Unidos, también han sido críticos del proceso de acercamiento que iniciaron Washington y La Habana en diciembre pasado, alegando que sólo beneficia al gobierno castrista. Pero estas organizaciones tienen cada vez menos influencia y las encuestas muestran desde hace años que la mayoría de los cubano-estadounidenses están a favor de mayores contactos bilaterales.
“No hay nada que temer, ya que serán muchos los beneficios de los que gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor, visitarse con más frecuencia, realizar negocios de forma habitual, intercambiar ideas y aprender los unos de los otros”, dijo Kerry en un fragmento en español de su discurso en la ceremonia oficial de inauguración de la embajada. Los dos gobiernos se reunirán en los próximos días para iniciar la segunda ronda de negociaciones.
El embargo: la joya de la corona

Una de las ambiciones cubanas con la reapertura de las relaciones es el cese del embargo impuesto desde 1960 a la isla, el cual prohíbe las relaciones comerciales entre ambos países. Fidel Castro considera que EE.UU. debería indemnizar a Cuba por los daños causados. (ver página 4). A pesar de ello, la posibilidad de un posible cese del embargo parece obstaculizada, al menos durante la administración de Obama, por la oposición de los republicanos en el Congreso, donde son mayoría. Sólo esa entidad tiene la capacidad de levantar el embargo (que ha sido refrendado y ha tenido numerosos agregados desde 1960). Existen dos tendencias dentro del partido: una que impulsa la caída de la medida (relacionada con estados productores que tendrían eventuales tratos comerciales con Cuba) y otra que se niega a acercarse a la isla antes de que su situación de derechos humanos mejore, representada por los precandidatos Jeb Bush y Marco Rubio. La mayoría de la población aprueba la anulación del embargo.

Democracia y derechos humanos

La nueva etapa de las relaciones diplomáticas entre los dos países haría pensar que Cuba tiene planes de modificar sus políticas internas. Justo en abril de este año el presidente Raúl Castro dijo que dejaría la Presidencia en 2018 y que, después de consultarlo con Fidel Castro, se harían elecciones. Sin embargo, en las últimas declaraciones públicas del gobierno cubano ha quedado claro que las nuevas relaciones con EE.UU. no determinarán el manejo político del país. Es decir, el presidente Barack Obama camina por una línea muy tenue entre terminar un conflicto histórico (y que ha alejado más a EE.UU. de América Latina) y ser aliado de un país que continúa reprimiendo a sus ciudadanos, de acuerdo con una declaración de José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch. Vivanco recuerda que, a pesar de algunos avances en cuanto a la libertad de expresión y la liberación de presos políticos, Cuba “utiliza otras prácticas para reprimir individuos y grupos que critican al Gobierno o reclaman los derechos humanos”. En los últimos años se ha incrementado el número de arrestos arbitrarios y detenciones, que sirven como advertencia a quienes deseen oponerse a las políticas nacionales. El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, espera que esta nueva etapa alivie a los cubanos. Sin embargo, Cuba (como China) podría cerrarse ante cualquier intervención.

La devolución de Guantánamo

Desde su primer mandato, Barack Obama prometió que la cárcel, ubicada en territorio cubano aunque bajo el control de EE.UU., sería cerrada. Sin embargo, esto no ha sucedido. En el proceso de acercamiento con Cuba, la isla reclama la devolución de ese territorio, que está bajo un contrato de arrendamiento con EE.UU., el cual, según expertos, se habría violado al usarlo como prisión. Cuba reclamará su territorio en la segunda ronda de negociaciones, un tema complejo porque Estados Unidos no lo quiere incluir en las discusiones.

Indemnizaciones 

Uno de los temas  más polémicos son las reclamaciones de compensación económica. En una columna publicada en el diario Granma, el líder cubano Fidel Castro  aseguró que “Washington debe pagar a Cuba cuantiosos millones de dólares por los daños causados por el embargo”. La Habana le reclama a Washington más de 100.000 millones de dólares por los perjuicios.  Por su parte, EE.UU. espera un pago por las propiedades  estadounidenses nacionalizadas por Fidel Castro en agosto de 1960 y que, según expertos,  superan  los 7.000 millones de dólares incluidos los intereses.

Cuba: un factor esencial en época de elecciones en EE.UU.


El 8 de noviembre de 2016 Estados Unidos elegirá un nuevo presidente. Tanto en el Partido Demócrata como en el Republicano el asunto cubano ha resultado esencial para atraer a los votantes, también preocupados por la inmigración y la calidad del sistema de salud. La principal candidata de los demócratas, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, cercana a Barack Obama, ha pedido en numerosas ocasiones el cese del embargo a Cuba y reiterado que ese es el primer paso para que en la isla existan cambios políticos. La perspectiva de los precandidatos republicanos, entre ellos Jeb Bush, Ted Cruz y Marco Rubio (de origen cubano), es por completo contraria a las ambiciones demócratas: han declarado que Estados Unidos debe desligarse de Cuba. Sin embargo, recientes encuestas apuntan a que la mayoría de la población votante en Estados Unidos está de acuerdo con el cese del embargo, incluidos votantes republicanos. Varias iniciativas de legisladores republicanos, como los congresistas Tom Emmer y Jeff Flake, han corrido en el Congreso y la Cámara de Representantes para permitir la entrada de viajeros estadounidenses a Cuba y reactivar las relaciones comerciales de corporaciones privadas en la isla. Analistas advierten que esta división podría perjudicar el futuro próximo del partido, pues incluso los más conservadores reconocen que los negocios con la isla podrían ser muy fructíferos para los estados agricultores, representados por republicanos.

No hay comentarios.: