“Nuestras políticas del pasado no han conducido a una transición
democrática aquí en Cuba. Sería poco realista esperar que la normalización de
relaciones tenga un impacto transformador en el corto plazo (...) habrá
contratiempos en el camino”. Esta frase, pronunciada ayer en Cuba por John
Kerry, el primer secretario de Estado estadounidense en visitar la isla en
siete décadas, anticipa el difícil camino que comenzarán a recorrer Washington
y La Habana a partir de hoy.
La izada de la bandera estadounidense en la embajada en la
capital cubana, que había sido desmontada en enero de 1961, cuando los dos
países rompieron relaciones, es el acto simbólico que sella el restablecimiento
de las relaciones diplomáticas, proceso que comenzó oficialmente el 20 de julio
y que se vislumbra lleno de obstáculos, no sólo por la dificultad de los temas
pendientes (levantamiento del embargo, devolución de Guantánamo, pago de
indemnizaciones, derechos humanos y democracia), sino por la oposición que el
tema encuentra en el Partido Republicano, que ya advirtió que no levantará el
embargo —facultad exclusiva del Congreso de EE.UU., en donde tiene la mayoría—
ni aprobará la nominación de un embajador en la isla. Varios grupos
anticastristas en Miami, enclave histórico del exilio cubano en Estados Unidos,
también han sido críticos del proceso de acercamiento que iniciaron Washington
y La Habana en diciembre pasado, alegando que sólo beneficia al gobierno
castrista. Pero estas organizaciones tienen cada vez menos influencia y las
encuestas muestran desde hace años que la mayoría de los cubano-estadounidenses
están a favor de mayores contactos bilaterales.
“No hay nada que temer, ya que serán muchos los beneficios de
los que gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor,
visitarse con más frecuencia, realizar negocios de forma habitual, intercambiar
ideas y aprender los unos de los otros”, dijo Kerry en un fragmento en español
de su discurso en la ceremonia oficial de inauguración de la embajada. Los dos
gobiernos se reunirán en los próximos días para iniciar la segunda ronda de
negociaciones.
El embargo: la joya de la corona
Una de las ambiciones
cubanas con la reapertura de las relaciones es el cese del embargo impuesto
desde 1960 a la isla, el cual prohíbe las relaciones comerciales entre ambos
países. Fidel Castro considera que EE.UU. debería indemnizar a Cuba por los daños
causados. (ver página 4). A pesar de ello, la posibilidad de un posible cese
del embargo parece obstaculizada, al menos durante la administración de Obama,
por la oposición de los republicanos en el Congreso, donde son mayoría. Sólo
esa entidad tiene la capacidad de levantar el embargo (que ha sido refrendado y
ha tenido numerosos agregados desde 1960). Existen dos tendencias dentro del
partido: una que impulsa la caída de la medida (relacionada con estados
productores que tendrían eventuales tratos comerciales con Cuba) y otra que se
niega a acercarse a la isla antes de que su situación de derechos humanos
mejore, representada por los precandidatos Jeb Bush y Marco Rubio. La mayoría
de la población aprueba la anulación del embargo.
Democracia y derechos humanos
La nueva etapa de las
relaciones diplomáticas entre los dos países haría pensar que Cuba tiene planes
de modificar sus políticas internas. Justo en abril de este año el presidente
Raúl Castro dijo que dejaría la Presidencia en 2018 y que, después de
consultarlo con Fidel Castro, se harían elecciones. Sin embargo, en las últimas
declaraciones públicas del gobierno cubano ha quedado claro que las nuevas
relaciones con EE.UU. no determinarán el manejo político del país. Es decir, el
presidente Barack Obama camina por una línea muy tenue entre terminar un
conflicto histórico (y que ha alejado más a EE.UU. de América Latina) y ser
aliado de un país que continúa reprimiendo a sus ciudadanos, de acuerdo con una
declaración de José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch. Vivanco
recuerda que, a pesar de algunos avances en cuanto a la libertad de expresión y
la liberación de presos políticos, Cuba “utiliza otras prácticas para reprimir
individuos y grupos que critican al Gobierno o reclaman los derechos humanos”.
En los últimos años se ha incrementado el número de arrestos arbitrarios y
detenciones, que sirven como advertencia a quienes deseen oponerse a las
políticas nacionales. El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, espera que
esta nueva etapa alivie a los cubanos. Sin embargo, Cuba (como China) podría
cerrarse ante cualquier intervención.
La devolución de Guantánamo
Desde su primer mandato,
Barack Obama prometió que la cárcel, ubicada en territorio cubano aunque bajo
el control de EE.UU., sería cerrada. Sin embargo, esto no ha sucedido. En el
proceso de acercamiento con Cuba, la isla reclama la devolución de ese
territorio, que está bajo un contrato de arrendamiento con EE.UU., el cual,
según expertos, se habría violado al usarlo como prisión. Cuba reclamará su
territorio en la segunda ronda de negociaciones, un tema complejo porque
Estados Unidos no lo quiere incluir en las discusiones.
Indemnizaciones
Uno de los temas
más polémicos son las reclamaciones de compensación económica. En una
columna publicada en el diario Granma, el líder cubano Fidel Castro
aseguró que “Washington debe pagar a Cuba cuantiosos millones de dólares
por los daños causados por el embargo”. La Habana le reclama a Washington más
de 100.000 millones de dólares por los perjuicios. Por su parte, EE.UU.
espera un pago por las propiedades estadounidenses nacionalizadas por
Fidel Castro en agosto de 1960 y que, según expertos, superan los
7.000 millones de dólares incluidos los intereses.
Cuba: un factor esencial en
época de elecciones en EE.UU.
El 8 de noviembre de 2016
Estados Unidos elegirá un nuevo presidente. Tanto en el Partido Demócrata como
en el Republicano el asunto cubano ha resultado esencial para atraer a los
votantes, también preocupados por la inmigración y la calidad del sistema de
salud. La principal candidata de los demócratas, la exsecretaria de Estado
Hillary Clinton, cercana a Barack Obama, ha pedido en numerosas ocasiones el
cese del embargo a Cuba y reiterado que ese es el primer paso para que en la
isla existan cambios políticos. La perspectiva de los precandidatos
republicanos, entre ellos Jeb Bush, Ted Cruz y Marco Rubio (de origen cubano),
es por completo contraria a las ambiciones demócratas: han declarado que
Estados Unidos debe desligarse de Cuba. Sin embargo, recientes encuestas
apuntan a que la mayoría de la población votante en Estados Unidos está de
acuerdo con el cese del embargo, incluidos votantes republicanos. Varias
iniciativas de legisladores republicanos, como los congresistas Tom Emmer y
Jeff Flake, han corrido en el Congreso y la Cámara de Representantes para
permitir la entrada de viajeros estadounidenses a Cuba y reactivar las
relaciones comerciales de corporaciones privadas en la isla. Analistas
advierten que esta división podría perjudicar el futuro próximo del partido,
pues incluso los más conservadores reconocen que los negocios con la isla
podrían ser muy fructíferos para los estados agricultores, representados por
republicanos.
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