martes, marzo 31, 2015

María Corina Machado y Venezuela

María Corina Machado: El patrioterismo de Maduro es criminal e inútil (entrevista)

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Muchas cosas ha pasado en estas últimas semanas en el país. ¿Lo más reciente? La encendida retórica patriótica de Nicolás Maduro y del oficialismo como reacción a la Orden Ejecutiva firmada por el presidente de EE.UU. Barack Obama. Buscamos la impresión de María Corina Machado sobre estos acontecimientos

L.P: Pareciera que las sanciones del congreso norteamericano contra funcionarios venezolanos han acercado al gobierno y a una parte de la dirigencia opositora …

No es la primera vez, ni sobre el único tema, en que incomprensiblemente ha habido coincidencias en estos tiempos. Pero lo importante es la comprensión que el pueblo Venezolano tiene, tanto del significado de esas sanciones, como de las reacciones y la campaña de manipulación patriotera que el régimen ha desatado en torno a ellos.

La realidad es que en estos días lo que se está develando alrededor del mundo es la existencia en Venezuela de un Estado mafioso y violador de los derechos humanos. Las fuerzas democráticas nacionales tenemos años denunciando la crueldad y la corrupción de un régimen que se ha vinculado con las organizaciones criminales más perversas del planeta. No sólo para hacer negocios multimillonarios al margen de la ley y de los intereses de Venezuela y la región; sino para atornillarse en el poder a la fuerza y a punta de represión. Lo que es reprochable es que con toda la evidencia que existe no se haya producido, mucho antes, una reacción firme con múltiples sanciones por parte de organismos que tienen como mandato la defensa de los derechos humanos, empezando por la Organización de Estados Americanos.

Ahora bien, todo este episodio frente a las sanciones individuales norteamericanas, confirma lo que este régimen es y practica cotidianamente: el cinismo más burdo, que apela a un falso patriotismo manipulador, tan degradado, que realmente representa un patrioterismo burdo. Patriotismo sería defender el Esequibo frente a las agresiones de Guyana y sus facilitadores criollos; sería proteger nuestras fronteras expulsando a los grupos guerrilleros y paramilitares.


Patriotismo sería sacar de Venezuela a todas las mafias que operan y hacen grandes negocios en nuestro territorio, desde el Amazonas hasta el Zulia y Guiria; sería cuidar nuestras reservas y no entregar el oro que durante más de 40 años nadie se había atrevido a tocar. Patriotismo sería acabar con la humillación que sufren las amas de casa, cuando hacen colas interminables para alimentar a sus hijos.


Patriotismo sería también hacerle honor a la hermandad colombo-venezolana y no permitir que a esos millones de hermanos colombianos que fueron traídos por este régimen para utilizarlos electoralmente, ahora les violen sus derechos humanos deportándolos en procedimientos al margen de la legalidad, o negándoles el derecho a comprar comida. Patriotismo sería garantizar el derecho a la vida y la seguridad de todos los venezolanos, para detener las docenas de crímenes impunes que ocurren a diario, como el del joven biólogo Miguel Angel Torres, quien fue asesinado a balazos en la mañana de este viernes, porque en su angustia intentó escapar de unos delincuentes que asaltaban una camionetica de pasajeros en plena autopista.


Patriotismo sería también, llamar las cosas por su nombre y no hacerle el juego al régimen en esta manipulación burda en defensa de sus privilegios.

El régimen, por el contrario, se llena la boca pregonando la defensa de la patria, cuando en realidad lo que hace es defender a violadores de derechos humanos. En su perversidad, chantajean a empleados públicos para que firmen o los botan, amenazando a la gente en las colas con no venderles comida, a quienes solicitan pasaportes con no entregárselos, a los militares, a los presos, a los venezolanos en el exterior por vía de los consulados. Sin duda, lo más monstruoso es haber utilizado para eso a niños en edad pre-escolar. En definitiva, vaya cruel ironía: obligar a ciudadanos a firmar en contra de sanciones a violadores de derechos humanos bajo la amenaza de sancionarlos a ellos. Esta “operación antiimperialista” es, en si misma, otra grosera violación de los derechos humanos.

L.P: ¿Eso calificar a Venezuela de amenaza a los Estados Unidos a muchos les suena exagerado?

Hay precedentes que señalan que ese status no se traduce en represalias contra los ciudadanos, sino contra funcionarios que han actuado al margen de la ley. En 1995, Bill Clinton dictó una orden ejecutiva en términos muy similares a la dictada por el Presidente Obama, que le permitió declarar que las acciones de narcotraficantes colombianos constituían una amenaza contra los Estados Unidos, y por ello adoptar medidas contra estos narcotraficantes y sus propiedades en dicho país. Nunca se tradujo en sanciones contra el pueblo de Colombia, ni ocurrió ningún acto bélico contra esta nación.
Por supuesto, en ese caso no se produjo un berrinche del Presidente colombiano contra las medidas, como hace hoy el Sr. Maduro; lo cual, al final, sólo logra ponerlo en evidencia, pues equivale a  una confesión.

L.P: Pareciera que su estrategia les ha comprado tiempo y les ha dado resultados…

No lo creo. La fórmula patriotera tal vez les ha dado insumos para unos días: jugosos negocios para sus expertos en propaganda y diligentes encuestadores; ocupación para algunas “unidades de batalla” y comandos de campaña; y excusa para sus cómplices internacionales. Han llegado a la irresponsabilidad extrema de poner en evidencia el lamentable deterioro del apresto operacional de nuestras Fuerzas Armadas.

Al final,  a excepción de la cúpula roja, todos los ciudadanos que de una manera u otra participaron en ese grotesco operativo tienen, al igual que el resto de los venezolanos,  que ir a hacer colas para conseguir comida o llorar por falta de medicinas e insumos en algún centro hospitalario sumido en el abandono.

El avance acelerado de la descalabrada situación del país es imposible de ocultar con campañas anti-imperialistas. Te seguro que cualquier efecto aglutinador que aspiraran lograr con esto, será demolido por la indignación creciente del país a medida que se conoce la magnitud del desfalco y la perversión con que han arruinado a Venezuela. Ellos lo saben, y por eso su desesperación.

L.P: Pero más allá de esta operación de manipulación propagandística con la que usted señala al gobierno; para los ciudadanos de a pie, ¿las sanciones norteamericanas representan alguna ganancia? ¿Pueden tener algún resultado positivo?

En primer lugar, nada está por encima de los Derechos Humanos. Son universales; y es muy importante que los venezolanos tengamos esto muy claro. Apelar a argumentos de injerencia cuando se trata de defender los Derechos Humanos es un retroceso histórico enorme, que no se puede permitir por ningún ciudadano, mucho menos por un dirigente político democrático.

Las sanciones representan una advertencia de la comunidad internacional a quienes cometan graves violaciones de estos derechos. Representan un llamado directo a la atención y a la conciencia de quienes hoy reciben órdenes para reprimir a una población que reclama un cambio político urgente en Venezuela. Por lo tanto, estas sanciones a individuos específicos, elevarán los costos de reprimir a los ciudadanos en el futuro.

Hoy, los ciudadanos venezolanos vemos reacciones diversas en la comunidad internacional, que demuestran un cambio enorme frente a la situación de nuestro país. Los reportes y denuncias de organismos internacionales de Derechos Humanos, como el Comité contra la Tortura de la ONU, Amnistía Internacional, y Human Rights Watch, entre muchas otras.


Y las recientes y firmes posiciones de demócratas de la talla de Felipe González, Fernando Enrique Cardozo, Julio María Sanguinetti,  Mario Vargas Llosa, son reveladoras. El mundo ya ha asumido que la causa por la libertad y la democracia en Venezuela ha trascendido nuestras fronteras.  A partir de ahora, la conciencia de todo demócrata debe impedirle permanecer indiferente. Esto tiene un valor inmenso para el pueblo venezolano en estas horas cuando avanzamos, decididos, hacia la transición a la democracia en paz.  

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