“¿POR QUE NO TE CALLAS?”
Ha sido la frase más oportuna, la que millones de venezolanos quieren decir cada vez que nos encadenan y que deberíamos haber dicho nosotros hace mucho tiempo. Desde luego que tendrá consecuencias. Para empezar, las colas en el consulado de la Plaza La Castellana le deben estar dando la vuelta a la manzana.
Ya comenzaron los discursos patrioteros. Las alusiones a Bolívar y la guerra de independencia. Revivirá la polémica de las leyendas negra y dorada y tras ella el tema del genocidio indígena durante la conquista; la muerte de Miranda en La Carraca y que los reyes españoles fueron imperialistas mucho antes que Bush. La segunda fase será el escalamiento del conflicto.
El Presidente deslizará los primeros insultos contra los Borbones y pronto, muy pronto, contra los reyes actuales. Y no faltarán quienes pasarán a los hechos, y con la anuencia de Miraflores, derribarán las estatuas de Colón que queden en pie y luego irán contra propiedades de empresas españolas y quizás la embajada.
Lástima que de las dos frases importantes que suscitó la malacrianza del presidente, una haya quedado opacada. La lección de Zapatero cuando dijo a quien es presidente de sólo una parte de los venezolanos: “Se puede estar en las antípodas de una posición ideológica y no seré yo quien esté cerca de las ideas de Aznar, pero fue elegido por los españoles y exijo ese respeto”. Pero llegará el día que tendrá tiempo y mucho, para repensar sus torpezas y recordar las lecciones que no quiso aprender. Por ahora ha sido un soplo de aire fresco escuchar, con el mundo por testigo, una gloriosa frase: “¿Por qué no te callas”?.
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