América Latina debería mejorar y profundizar su alianza por el desarrollo con China para enfrentar sus desafíos actuales.
China es un elemento de cambio real en el entorno exterior de la región. En las últimas décadas el centro de gravedad de la economía mundial se ha desplazado desde las economías de la OCDE hacia las economías emergentes (OCDE, 2010; Quah, 2011), un fenómeno conocido como “desplazamiento de la riqueza mundial”. Durante la primera fase de este proceso, iniciado a principios de la década del 2000, se produjo una expansión de la relación comercial entre China y América Latina. En la actualidad dicha relación está pasando por un momento de cambio.
De cara al futuro, la competitividad de América Latina depende de la capacidad de cada país de implementar sus propias reformas para estimular un crecimiento inclusivo y generalizado. Las reformas deben buscar mejoras en la productividad y la innovación, la diversificación de la producción, y la inversión en infraestructuras, capital humano y creación de empleo formal para hacer frente a los retos y oportunidades planteados por el papel transformador de China a escala mundial y la denominada “nueva normalidad”.
Esta conclusión se basa en cuatro hallazgos: En primer lugar, el comercio entre América Latina y China ha experimentado una expansión sin precedentes, pero la actual desaceleración de la región revela las debilidades estructurales de un crecimiento basado en las materias primas. En segundo lugar, tras la constatación de esta debilidad, los gobiernos de América Latina están buscando vías para seguir siendo competitivos y atractivos para China, explorando políticas de desarrollo productivo innovadoras para mejorar la participación en las cadenas globales de valor y fomentar la diversificación económica.
El consumo interno chino puede abrir nuevas oportunidades para las exportaciones latinoamericanas de alimentos, servicios y turismo. En tercer lugar, América Latina necesita invertir en capacitación, integración regional e infraestructuras para beneficiarse de la nueva normalidad de China. Por último, la atracción de inversiones chinas puede resultar beneficiosa para ambas partes. América Latina necesita mejores regulaciones, mayores capacidades de gobierno para desarrollar proyectos financiables, mercados de capitales con mayor profundidad y liquidez, sostenibilidad medioambiental y un mayor compromiso con la transparencia y el buen gobierno, tanto en los principios como en la práctica. China también se beneficiaría de esta nueva relación al mantener a América Latina como una fuente fiable de materias primas, un mercado para sus exportaciones y un destino atractivo para la diversificación de sus inversiones en el exterior.
El comercio entre América Latina y China experimentó una expansión sin precedentes, pero la actual desaceleración muestra las debilidades estructurales de un crecimiento basado en las materias primas. En la primera fase del “desplazamiento de la riqueza mundial”, América Latina y China protagonizaron un auge del comercio que favoreció a los exportadores de materias primas de la región.
Tanto en su faceta de motor de la industria manufacturera como de gran consumidor de materias primas, la demanda china de materias primas característica de esta fase supuso una nueva fuente de recursos del exterior para los exportadores de materias primas. Las exportaciones latinoamericanas de productos mineros y combustibles fósiles a China crecieron al impresionante ritmo del 16% anual durante el período 2001-10, seguido de los productos agrícolas al 12%.
Como resultado, los países latinoamericanos con abundancia de recursos naturales intensificaron su especialización comercial en estos productos, un fenómeno conocido como la reprimarización de las exportaciones.
En 2014, las cinco principales exportaciones de bienes primarios de todos RESUMEN RESUMEN 2 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 3 los países de la región (con la excepción de México) representaban como mínimo el 80% del valor total de las exportaciones a China, con las exportaciones de materias primas encabezando la lista.
Los productos que más contribuyeron al valor de las exportaciones fueron el petróleo, los minerales de hierro, el cobre en sus diferentes formas, la soya, los desperdicios de metales, la harina de pescado, la madera y el azúcar. Estas relaciones comerciales tuvieron como resultado unos encadenamientos fortalecidos, aunque asimétricos, entre China y América Latina en las cadenas globales de valor (CGV). En el período 2000-11 la participación total de América Latina en las CGV mejoró ligeramente, a pesar de continuar por debajo de la media global, mientras que la de China fue similar al promedio global (gráfico 1.1A).
Durante el mismo período, la evolución de la participación china en los encadenamientos de América Latina en las CGV ha sido destacable. Mientras la proporción intrarregional de los encadenamientos hacia atrás de la región aumentó del 5% al 9% entre 2000 y 2011, la participación de China se disparó del 1% al 11% (gráfico 1.1B). Este importante crecimiento se confirma con el aumento espectacular durante el mismo período de la participación de China en los encadenamientos hacia adelante de la región, que pasa del 5% al 16%.
Es decir, la posición de China en la participación de América Latina en las CGV se ha convertido incluso en más importante que los encadenamientos intrarregionales. Ello también sugiere la existencia de nuevos segmentos dentro de las cadenas globales o regionales de valor que pueden representar para la región una oportunidad para la diversificación de exportaciones (BID, 2014). La asimetría también está presente en la composición de las exportaciones de bienes y servicios latinoamericanos a China comparada con la canasta de exportaciones mundiales de la región. En 2013 las materias primas representaron el 73% de las exportaciones de la región a China, frente al 41% de sus ventas mundiales.
Los productos manufacturados de tecnología baja, media y alta representaron solamente el 6% de las exportaciones de la región a China, frente al 42% de sus exportaciones mundiales. En cambio, mientras en 2013 las importaciones latinoamericanas de productos manufacturados de tecnología baja, media y alta de China alcanzaron el 91% del total, estas representaron el 69% de sus importaciones mundiales. Gráfico 1.1. Cadenas globales de valor en China y América Latina 2000 2011 2000 2011 2000 2011 0 10 20 30 40 50 60 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 % 2000 2011 % Participación hacia adelante
Participación hacia atrás B. Participación china e intrarregional en los encadenamientos de CGV de América Latina Intra-regional China Intra-regional China Región ALC 6 China Muestra completa Participación hacia atrás Participación hacia adelante A. Participación en las CGV (en % de las exportaciones brutas) Nota: “ALC 6” incluye a Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México, por cuestiones de disponibilidad de datos. La “muestra completa” comprende 61 países de renta media y alta. Fuente 12 : Elaboración OCDE/CAF/CEPAL, según la base de datos TiVA de la OCDE y la OMC (2015). http://dx.doi.org/10.1787/888933302609 RESUMEN 4 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015
La asimetría existente en las relaciones comerciales entre China y América Latina no es sorprendente dada la capacidad inigualable de China de desarrollar ventajas comparativas en la industria manufacturera. Entre 1990 y 2008 China fue capaz de desarrollar ventajas comparativas en 58 nuevas industrias exportadoras (4 dígitos en la Clasificación Uniforme para el Comercio Internacional), lo que le permitió lograr la 8a posición en la clasificación de la cesta comercial más diversificada, frente a la 10a posición obtenida dos décadas atrás (OCDE/CEPAL, 2013).
En América Latina, solo Colombia y Costa Rica muestran un avance comparable en diversificación con la incorporación por parte de ambos países de 60 industrias a su cesta comercial. Este incremento permitió a Colombia pasar de la posición 54a a la 45a en la misma clasificación, y a Costa Rica pasar de la 57a a la 47a posición. El resto de la región mostró un progreso muy escaso en la diversificación de exportaciones, y algunos países incluso experimentaron un retroceso sustancial.
Brasil pasó de la posición 26a a ocupar la 35a posición, Argentina de la 34a a la 39a, Chile de la 52a a la 69a, y Venezuela de la 58a a la 107a.
No obstante, con el reequilibrio económico de China como telón de fondo, América Latina está experimentando una desaceleración como resultado de las características estructurales de un crecimiento basado en las materias primas. Las altas tasas de crecimiento económico de los años 2000 se han esfumado. América Latina se enfrenta a desafíos pendientes, así como a algunos nuevos. Después de la rápida recuperación tras la crisis financiera global de 2009, el ritmo de crecimiento en América Latina desde 2012 ha sido vacilante.
En 2014 el PIB regional creció solo un 1%, lejos de las tasas medias del 5% de la década anterior cuando la fuerte demanda global, los precios altos de las materias primas y la abundante liquidez estimularon la expansión económica de la región entre 2003 y 2011.
Un crecimiento económico global debilitado, la bajada de los precios de las materias primas y la contención de los flujos de capital están haciendo hoy mella en la actividad económica. El contexto actual pone de relieve la transformación estructural pendiente de América Latina, que se refleja en sus bajos niveles de productividad y de crecimiento potencial (OCDE/CAF/CEPAL 2013; OCDE/CAF/ CEPAL, 2014). Sin embargo, la región no es homogénea.
A modo de ejemplo, en México y Centroamérica los exportadores de productos manufacturados integrados en cadenas de valor en los Estados Unidos están obteniendo mejores resultados que los exportadores netos de materias primas de América del Sur. A nivel interno, la pérdida del impulso inversor es otro factor que contribuye a la desaceleración de América Latina.
En contraste con el papel clave desempeñado por la inversión como contribuidora del crecimiento en 2010 tras la crisis financiera, en 2014 su contribución al crecimiento ha sido negativa. Los vientos en contra que soplan del exterior, en particular la reducción de precios de las materias primas, el gradual abandono de la relajación monetaria en los Estados Unidos y el subsiguiente endurecimiento de las condiciones de financiación, así como probablemente algunos factores internos de carácter transitorio, como por ejemplo la incertidumbre política y la aprobación de algunas reformas (en particular sobre impuestos en algunos países como Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador y Venezuela), están llevando a algunas empresas a aplazar sus planes de inversión.
Las condiciones de crédito más restrictivas ensombrecen las perspectivas de una rápida recuperación en un futuro próximo. La inversión pública no ha sido lo suficientemente importante como para compensar la contracción de la inversión privada y, de hecho, en algunos casos acabó reforzando dicha contracción. Las proyecciones en el medio plazo apuntan a que el crecimiento potencial de América Latina no es tan elevado como se creía y y requiere de la adopción de cambios estructurales. Los datos evidencian que el crecimiento potencial es cercano al 3%.
Estos datos contrastan abiertamente con el promedio del 5% característico de mediados de los RESUMEN RESUMEN 4 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 5 años 2000. El crecimiento aumentó en la mayoría de los países durante la primera mitad de la actual década, pero podría irse moderando durante los próximos años por varias razones.
En primer lugar, la contención de la dinámica de acumulación de capital, una baja eficiencia en la utilización de los factores, la escasa contribución del factor trabajo al crecimiento y el envejecimiento de la población son todos ellos factores que reducen la productividad (FMI, 2013 y Powell, 2015). La brecha de crecimiento entre América Latina y los países asiáticos emergentes durante la década pasada se explica en gran medida por el menor crecimiento de la productividad total de los factores. En segundo lugar, la gestión macroeconómica no se ha visto acompañada por cambios estructurales significativos.
La región necesita buscar una solución a los cuellos de botella por el lado de la oferta y desplazar más recursos de los sectores y actividades de productividad baja a los de productividad más alta. El crecimiento de pequeñas y medianas empresas se ve obstaculizado por el alto costo y el difícil acceso al crédito, especialmente en el caso del crédito a largo plazo (ver OCDE/CEPAL, 2012). La mejora de las infraestructuras y de la logística es necesaria para apoyar el cambio estructural y fortalecer la integración regional (ver OCDE/CAF/CEPAL, 2013).
Unos mercados regionales mejor integrados, junto con medidas dirigidas a aumentar la competitividad, pueden ofrecer oportunidades para atender a una mayor demanda, aprovechar las economías de escala y atraer un mayor volumen de inversión extranjera directa. Las competencias para el trabajo y la innovación también son cruciales, ya que las empresas latinoamericanas tienen una probabilidad tres veces mayor que las empresas de la región Asia-Sur, y trece veces mayor que las empresas de la región de Asia-Pacífico, de enfrentarse a graves problemas operativos por la escasez de capital humano adecuado (ver OCDE/CAF/CEPAL, 2014; Melguizo y Perea, 2015).
El incremento de la productividad debería ir acompañado de un crecimiento inclusivo que ayude a reducir aún más la desigualdad y la pobreza, teniendo en cuenta los 164 millones de latinoamericanos, el equivalente al 28% de la población, que vivían bajo el umbral de la pobreza en 2013. Los niveles de informalidad laboral son también elevados, con aproximadamente la mitad de los trabajadores de los sectores medios (esto es, trabajadores con ingresos próximos a la media de la distribución de ingresos) trabajando en el sector informal.
A lo anterior hay que añadir que han surgido nuevos desafíos y que se han acentuado algunos de los ya existentes, en concreto el debilitamiento de la confianza en las instituciones políticas, la existencia de una demanda insatisfecha de servicios públicos de calidad, la vulnerabilidad de la todavía emergente clase media y la persistencia de las desigualdades. La reforma fiscal necesaria será todavía más difícil de acometer para aquellas economías de Centroamérica y de la región de los Andes que tienen pendiente en su agenda política aumentar los niveles de presión fiscal (OCDE/ CEPAL/CIAT/BID, 2015).
La “trampa del ingreso medio” se presenta como un escenario de desafío potencial tanto para China como para los países de América Latina.
Más de tres décadas de crecimiento muy alto han permitido a China alcanzar la categoría de país de renta media alta en un breve período de tiempo. El país logró entrar en la categoría de países de renta media baja (PPA de 2 000 USD de 1990) a principios de la década de los noventa, alcanzó el umbral de país de renta media alta en 2009 y en la actualidad está a punto de conseguir la categoría de país de renta alta (PPA de 11 700 USD de 1990).
El rápido crecimiento de China ha impulsado grandes mejoras en las condiciones de vida desde una perspectiva multidimensional (OCDE, 2015a). Por lo que respecta a América Latina, la mayoría de los países de la región han caído en la trampa del ingreso medio, y muchos de ellos han experimentado episodios recurrentes y pronunciados de estancamiento del ingreso per cápita, especialmente después de los años ochenta (gráfico 1.2).
Las deficiencias institucionales relacionadas con el Estado de Derecho y los comportamientos de captura RESUMEN 6 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 de rentas, así como unas estructuras productivas menos concentradas en actividades intensivas en conocimiento, explican la especial incidencia de la trampa del ingreso medio en los países de América Latina. Hasta la fecha,
China ha conseguido atravesar sin problemas el tramo del ingreso medio y es posible que evite esta trampa en un breve plazo. Sin embargo, existen algunos factores de riesgo que pueden poner en entredicho el futuro patrón de crecimiento de China. En primer lugar, una participación excesiva del sector público en la economía podría tener efectos perjudiciales al desplazar al sector privado. En segundo lugar, el impresionante crecimiento de las pasadas décadas se ha producido a expensas de un elevado costo medioambiental.
En tercer lugar, el aumento de la desigualdad en los ingresos, que ha elevado el coeficiente de Gini de 32 en 1990 a 42 en 2010, podría reducir el crecimiento. Gráfico 1.2. Evitando la trampa de ingreso medio en América Latina (PIB per cápita en una selección de economías de la OCDE, Asia y América Latina; PPA en USD de 1990) 0 5 000 10 000 15 000 20 000 25 000 30 000 35 000 2014 1980 1950 CHL URY ARG VEN CRI MEX COL BRA PER CHN SGP JPN KOR ESP PRT MYS ALTO MEDIO BAJO Nota: La literatura sobre la trampa del ingreso medio ha desarrollado una serie de metodologías para establecer los umbrales para cada grupo de ingresos. En consecuencia, la clasificación por ingresos adscrita a un país puede variar dependiendo del método utilizado. Fuente: Elaboración de OCDE/CAF/CEPAL según la metodología propuesta por Felipe, Abdon y Kumar (2012). Datos obtenidos del Fondo Monetario Internacional, base de datos de Perspectivas de la Economía Mundial (abril 2015) https://www.imf.org/external/data.htm 12 y base de datos Maddison (2010) www.ggdc.net/maddison. http://dx.doi.org/10.1787/888933302613 América Latina debería afrontar la segunda fase del proceso de “desplazamiento de la riqueza mundial” definiendo un nuevo modelo económico sustentado en políticas de desarrollo productivo para mejorar la participación en las cadenas globales de valor, propiciar la diversificación económica y fortalecer las exportaciones de alimentos, servicios y turismo.
China está implementando una ambiciosa agenda de desarrollo que permitiría al país mantener el liderazgo en el devenir futuro del proceso de “desplazamiento de la riqueza mundial”. En la actualidad este proceso está en transición hacia una segunda fase, el “desplazamiento de la riqueza mundial II”. Mientras la primera fase de este proceso se caracterizó principalmente por un único acontecimiento, la apertura inicial de China y la India a los mercados mundiales, esta nueva fase está relacionada con un reajuste de más largo plazo. Los grandes mercados emergentes sostendrán el crecimiento futuro y la convergencia económica sobre la base de drásticas transformaciones sociales y económicas (Banco Mundial, 2015).
China seguirá siendo una pieza clave en este proceso, gracias a su “nueva normalidad”: una transición caracterizada por un menor dinamismo en el crecimiento y una mayor dependencia del consumo interno; una transformación social acompañada de un proceso envejecimiento demográfico, la urbanización y RESUMEN RESUMEN 6 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 7 el aumento continuo de los hogares de renta media; y un proceso de transformación estructural, que conducirá hacia industrias intensivas en conocimiento y tecnología al tiempo que se mantiene un fuerte dominio sobre las industrias manufactureras tradicionales. América Latina todavía tiene que definir una agenda de diversificación y modernizar su estructura productiva para sacar mayor provecho de las nuevas oportunidades de comercio e inversión, desarrollar una mayor flexibilidad y resistencia ante las crisis económicas y optimizar las entradas de financiación para cerrar las brechas en materia de infraestructura.
El éxito de la transición hacia la nueva normalidad de China supondría una senda de crecimiento más sostenible basada en el reequilibrio a través de un mayor consumo, una mayor centralidad de las industrias con mayor valor agregado y los servicios, el fortalecimiento de los sistemas educativos y de capacitación, y la adopción de un papel más protagonista por parte del país asiático en las plataformas de gobernanza mundial (OCDE, 2015b, Banco Mundial/DRC, 2014).
Todos estos factores deben incorporarse en las futuras estrategias de desarrollo de América Latina. En este sentido, este es un buen momento para que América Latina reexamine cómo maximizar beneficios y enfrentarse a los retos que supone la nueva normalidad de China.
Estas circunstancias demandan esfuerzos proactivos y estratégicos de integración con China, y también al interior mismo de América Latina, para fortalecer la diversificación y la competitividad. Gráfico 1.3. Proyecciones para las exportaciones latinoamericanas a China 2011-30, por clústeres de países (exportaciones porcentuales, tasa de crecimiento annual promedio) % 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 Escenario base Escenario baja inversión Crecimiento de las exportaciones 2000-10 Crecimiento anual Agricultura Metales y minerales Manufacturas y servicios Combustibles fósiles Nota: El escenario base y el escenario de baja inversión se refieren al promedio de crecimiento anual de las exportaciones para el período 2011-30. Los grupos de países identificados son: agricultura (Argentina, Brasil, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Uruguay), metales y minerales (Perú, Chile), manufacturas y servicios (El Salvador, Costa Rica, República Dominicana, México) y combustibles fósiles (Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador). Fuente 12 : Elaboración de OCDE/CAF/CEPAL según cálculos de Avendano, Obach y Perea (2015).
http://dx.doi.org/10.1787/888933302625 Las relaciones comerciales entre China y América Latina continuarán siendo una característica definitoria de su relación en el medio y largo plazo, pero las exportaciones tradicionales de materias primas disminuirán de forma sustancial, debido al cambio de orientación de China, que pasa a primar el consumo frente a la inversión y las exportaciones.
Según nuestro análisis, mediante el uso de escenarios macroeconómicos oficiales para China (Banco Mundial/CID, 2013 actualizado), las exportaciones de América RESUMEN 8 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 Latina a China sufrirán una desaceleración significativa de intensidades diferentes dependiendo de la composición de la cesta de exportaciones y de su exposición a este país. Los países exportadores de productos mineros como Chile y el Perú serán los más afectados, ya que según el escenario base sus exportaciones se reducirán desde la impresionante cifra del 16% de crecimiento anual promedio entre 2001-10 a un 4% de 2012 a 2030.
Los exportadores de combustibles fósiles (Venezuela, Ecuador, Colombia y Bolivia) y las economías con sectores agrícolas de mayor peso (Nicaragua, Guatemala, Uruguay, Brasil, Honduras, Paraguay y Argentina) experimentarán desaceleraciones similares (del 16% al 4% en el caso de la energía y del 12% al 3% en el caso de los productos agrícolas). Las economías basadas en las manufacturas y los servicios (México, República Dominicana, El Salvador, Costa Rica) también es más probable que experimenten un descenso aunque desde tasas de crecimiento inferiores (del 5% del crecimiento de las exportaciones antes de 2010, a un 3% en los próximos años).
Según el “escenario de baja inversión” para China, los exportadores de productos mineros se enfrentarían a un contexto aún más difícil, mientras que los exportadores de manufacturas mostrarían una mayor flexibilidad y resistencia (gráfico 1.3). El reequilibrio de China traerá también consigo la recomposición del consumo, abriendo nuevas oportunidades para las exportaciones de América Latina, sobre todo en ciertos sectores agroalimentarios. La población china supone el 19% de la población mundial, pero el país dispone solo del 7% de la tierra cultivable y el 6% de las reservas hídricas del mundo. A esto hay que añadir que China está experimentando cambios en sus hábitos de consumo alimentario debido al proceso de urbanización y a la consolidación y perspectivas de crecimiento de su clase media – desde algo más de 50 millones en 2005 hasta aproximadamente mil millones en 2030, medido como población con ingresos (PPA) per cápita en el rango de 10 y 50 USD diarios, mientras que América Latina pasará de 135 a 310 millones durante el mismo período – (Bussolo, Maliszewska y Murard, 2014).
Existe una creciente demanda de proteínas y alimentos procesados, acompañada de mayores niveles de calidad y seguridad alimentaria. Durante la próxima década, China aumentará su consumo per cápita de azúcar, carne de ave y de ovino alrededor de un 20%, al tiempo que productos como el pescado, los aceites vegetales, las frutas y las verduras, la leche y la carne de ternera aumentarán entre el 10% y el 20%. Por el contrario, el consumo per cápita de cultivos básicos como el arroz y el trigo disminuirá (OCDE/FAO, 2015). La ingente demanda china de estos productos no podrá ser satisfecha únicamente por su producción interna, debido a sus limitados recursos hídricos y de tierra fértil. América Latina está bien posicionada para responder ante este cambio de orientación del consumo y en este sentido las perspectivas de los países exportadores de carne, leche o verduras (como Argentina, Brasil,
El Salvador o Guatemala) son prometedoras. Las perspectivas de crecimiento de la demanda china de alimentos requieren ser abordadas con políticas proactivas de desarrollo productivo en estos sectores y, de forma más amplia, mediante políticas transversales. Con el objetivo de captar íntegramente las crecientes tendencias de consumo de productos alimenticios, los gobiernos de América Latina deberían tratar de posicionar sus empresas en los niveles con mayor valor agregado de la cadena productiva, incorporando varios tipos de servicios. Esto podría evitar la volatilidad de los precios de los productos básicos. La proporción de las exportaciones agrícolas de la región a China creció del 1% en 1990 al 3% en 2000 y hasta el 13% en 2013, arrojando un gran y creciente superávit comercial agrícola.
El creciente consumo chino de productos como la carne procesada, el pescado y las frutas se traduce en nuevas oportunidades para exportaciones con mayor valor agregado desde América Latina. La trazabilidad electrónica en la industria cárnica de Uruguay o la creación de semillas en el sector de la soya argentina son algunos ejemplos ilustrativos. Aunque la progresividad arancelaria (tariff escalation) y las barreras no arancelarias, tales como RESUMEN RESUMEN 8 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 9 las medidas sanitarias y fitosanitarias sobre los productos semiprocesados a base de materias primas, limitan el acceso de las exportaciones de alimentos procesados latinoamericanos a China, el aumento de la demanda puede abrir nuevas oportunidades en el futuro.
El valor no solo se concentra al inicio de la cadena de valor, en actividades como la I+D y el diseño de productos, sino también en actividades situadas en eslabones posteriores como la comercialización y la logística (OCDE/FAO, 2015). El incremento del valor agregado latinoamericano incorporado a la demanda final china apunta hacia un aumento de la proporción de exportaciones de América Latina a China utilizadas para consumo interno (OCDE/OMC, 2015; CEPAL, 2015).
Esto es especialmente importante para las exportaciones del sector agrícola. Si las empresas agrícolas latinoamericanas quieren llegar al consumidor chino con productos finales, necesitan suscitar interés así como crear reconocimiento de marca y de país. Las empresas mineras de América Latina necesitan definir una estrategia para ampliar sus actividades de extracción, incorporando logística, infraestructura y servicios. Un desarrollo productivo de éxito exige fomentar las capacidades de la industria local y los vínculos con los proveedores locales, así como estimular la revalorización de las actividades entre China y las empresas locales. Los proyectos mineros como Mirador en Ecuador o Minas Gerais en Brasil, en los que se está invirtiendo en servicios e industrias relacionadas con la minería, son una buena muestra de esta estrategia.
América Latina debería ampliar su abanico de servicios para aprovechar las nuevas oportunidades creadas por la transformación estructural de la economía china, incluyendo servicios de gestión y servicios transnacionales para las redes globales de las compañías multinacionales chinas, y ofreciendo servicios de atención las 24 horas del día.
Otros ejemplos son el sector del entretenimiento, arquitectura, planificación urbanística, gestión medioambiental, servicios médicos y otros servicios necesarios para una población envejecida, junto con más servicios tradicionales como turismo, transporte y logística. El Índice de Restricción del Comercio de Servicios de la OCDE muestra que las restricciones en Brasil, Chile, Colombia y México tienden a ser relativamente mayores en los sectores de la radiodifusión, la mensajería, las telecomunicaciones y los servicios de transporte aéreo. Ello es debido en parte a las reglamentaciones específicas del sector, tales como los límites a la participación extranjera y las regulaciones generales (OCDE, 2015c). En concreto, el turismo es un sector que muestra potencial para un mayor desarrollo. El número de turistas latinoamericanos que visitan China (251 000 en 2013) y de turistas chinos que visitan América Latina (334 000 en 2013) ha aumentado de forma sustancial en los últimos años (OMT, 2015), aunque este último todavía representa menos del 1% del turismo de China. Las restricciones de visados de los países de América Latina y los complejos procedimientos migratorios podrían ser objeto de revisión para permitir un intercambio regional más fluido.
El comercio intrarregional, incluida la participación en las cadenas globales de valor, podría estimular aún más la productividad en América Latina. La participación de la región en las CGV es sustancialmente inferior a la de otras regiones, como la Unión Europea y Asia, sobre todo debido al menor número de encadenamientos hacia atrás. Una buena parte del comercio de la CGV se desarrolla en el nivel intrarregional.
Aparte de México, país con una buena integración en la región TLCAN, la proporción del comercio intrarregional en América Latina es pequeña tanto en términos de bienes finales como intermedios, siendo todavía menor para los intermedios. En 2011 los encadenamientos hacia atrás de América Latina (reducida aquí a seis países por razones de disponibilidad de datos: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México) representaron el 20% de las exportaciones brutas, frente a la Unión Europea y Asia, con el 30% cada una. México tiene una influencia notable sobre el nivel de encadenamientos hacia atrás de la región, ya que los encadenamientos hacia atrás de México representan el 32% de sus RESUMEN 10 PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE AMÉRICA LATINA 2016 © OCDE/NACIONES UNIDAS/CAF 2015 exportaciones brutas gracias a su integración en TLCAN.
Si excluimos a México, los encadenamientos hacia atrás de la región caen hasta el 13% de sus exportaciones brutas. En cambio, los encadenamientos hacia adelante de la región son similares a los niveles de la Unión Europea y Asia (entre el 21 y el 23%). Estos encadenamientos hacia adelante son especialmente altos en el caso de Chile y Colombia, cuya proporción se eleva a un rango entre el 30 y el 32% (OCDE/OMC, 2015), lo que confirma la posición de la región en los eslabones iniciales de las CGV. América Latina podría orientarse hacia servicios intensivos en conocimiento y tecnología, como por ejemplo las tecnologías de la información y las telecomunicaciones y otros servicios empresariales en las cadenas globales de valor, incluidos aquellos con China.
Las cadenas de valor de servicios son menos sensibles a la distancia que les separa de los centros de fabricación, y menos aún al clima de inversión y de apertura a la inversión extranjera directa. Esto facilitaría los esfuerzos de diversificación de América Latina frente a las actuales restricciones estructurales y geográficas. Hasta la fecha, las exportaciones a China se han concentrado en servicios relativamente tradicionales como el transporte y el almacenamiento, así como en el comercio mayorista y minorista. Solo Brasil y Costa Rica han conseguido ampliar con éxito sus líneas de negocio en los sectores de servicios intensivos en conocimiento.
Las dinámicas apuntan a que los servicios ofrecen vías para la diversificación y una mayor integración entre regiones. Los países de la Unión Europea y Asia ofrecen las mayores oportunidades en servicios informáticos y otros servicios empresariales, mientras que la integración con los Estados Unidos, Canadá y China ofrece oportunidades en otros sectores. La inversión en innovación, competencias, integración regional e infraestructuras puede ayudar a que América Latina se beneficie de la “nueva normalidad” de China Es necesario mejorar la reserva de capital humano de América Latina para aprovechar las oportunidades de las cadenas globales de valor. Para que América Latina pueda competir y aprovechar las oportunidades que están surgiendo, es necesario mejorar las competencias así como la calidad de los sistemas educativos y de formación.
El informe Perspectivas económicas de América Latina 2015 ya hizo hincapié en que la calidad de la educación en la región es baja. En educación secundaria, la brecha entre el rendimiento de los estudiantes latinoamericanos y el de los estudiantes de los países de la OCDE es equiparable a más de dos años de escolarización, según los resultados de las pruebas PISA 2012. Áreas como la calidad de formación de los docentes y la educación preescolar son claves para mejorar el rendimiento educativo en general.
La formación continuada durante la vida laboral y los mecanismos que ofrecen formación en el lugar de trabajo para actualizar y renovar la capacitación de los trabajadores también son cruciales para mejorar el desempeño educativo. La mejora de la educación y las competencias puede aumentar la productividad laboral, uno de los desafíos constantes para América Latina, además de crear empleos de alta calidad y reducir el tamaño de la economía informal (OCDE/CAF/CEPAL, 2014).
Las tendencias actuales apuntan a que China puede ser el principal país proveedor de personas con educación terciaria del mundo, con una fuerza de trabajo mucho mayor y más formada que América Latina. En nuestro escenario base, la estrategia de capacitación actual de China podría aumentar su oferta de personas con educación terciaria hasta alcanzar aproximadamente los 125 millones en el año 2020 y más de 220 millones en el año 2030 (el 21% de la población china en edad de trabajar, un porcentaje similar al de Australia en la actualidad), una cifra sustancialmente superior a los 90 millones de personas con educación terciaria proyectados para América Latina en el año 2030 (equivalentes al 19% de la población en edad de trabajar de la región, un porcentaje similar al de Austria en la actualidad) (gráfico 1.4).
La capacidad de China para capturar segmentos de alto valor agregado de las cadenas globales de valor irá en aumento, produciendo bienes más sofisticados y desarrollando su sector servicios, lo que podría dejar a América Latina en una situación complicada para competir en estas áreas.
Mientras en China aproximadamente la mitad de los estudiantes de educación terciaria están matriculados en programas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), solo uno de cada cinco estudiantes latinoamericanos se matriculan en estas áreas. Teniendo en cuenta que la importancia de la tecnología como motor de la productividad irá en aumento, el disponer de las competencias adecuadas será esencial tanto para la adopción como para la creación de avances tecnológicos. La incorporación de la tecnología por parte de China en los procesos productivos, sobre todo a través de la robotización, pone de relieve la falta de estrategia de América Latina para responder a este reto. Una gran parte de la población parece infravalorar el potencial de empleabilidad que ofrecen las áreas de estudio STEM.
Los sistemas que ofrecen información sobre los retornos de la formación en estas áreas de estudio, tales como Mi Futuro en Chile y Ponte en Carrera en el Perú, pueden estimular el aumento de las matriculaciones. El fortalecimiento de la calidad de la educación técnica y profesional continúa siendo prioritario para reducir el déficit de capacitaciones técnicas en América Latina. Estos objetivos requieren la creación de mecanismos para adecuar la oferta de trabajo y las demandas por parte de la industria, ofreciendo información sobre carreras profesionales mediante marcos de cualificaciones y anticipando las demandas futuras.
Las medidas institucionales para favorecer la difusión de la tecnología y la innovación necesitan mejorar, al tiempo que la atracción de inversión extranjera directa supondría una oportunidad para desarrollar las competencias y la innovación en América Latina, pero solo si se consiguen vincular estrechamente y de forma clara las entradas de inversión con políticas de innovación y cambio estructural (OCDE/CAF/CEPAL, 2014). El éxito de la incorporación a las cadenas globales de valor requiere una agenda de integración regional, apoyada por unas mejores infraestructuras.
La voluntad china de estrechar vínculos con América Latina plantea la necesidad de crear un mecanismo de coordinación regional para asegurar el éxito del diálogo y la negociación. La experiencia reciente demuestra que los acuerdos bilaterales pueden ser beneficios para algunos mercados o países pero también pueden tener un impacto negativo sobre otros.
El uso de plataformas regionales y el desarrollo de acuerdos comerciales regionales debería aumentar la competitividad de América Latina y fortalecer el poder negociador de la región en las futuras negociaciones con China.
Las plataformas existentes, tales como CARICOM, el Mercado Común de Centroamérica, Mercosur y la Alianza del Pacífico, pueden contribuir a la construcción de ese mecanismo de coordinación y al diseño de una estrategia en relación con China, al tiempo que se crea un mercado regional más amplio, que resulte más atractivo para los inversores extranjeros. Las mejoras en infraestructura y logística, gracias a inversiones públicas y privadas, pueden contribuir a la agenda de integración, ayudando a las economías de la región a resituarse dentro de las cadenas globales de valor. En América Latina el 57% de las exportaciones consisten en productos perecederos o productos intensivos en logística, los costos de carga son altos y los servicios de transporte poco fiables.
Existe un amplio margen de mejora del acceso a las redes de producción globales mediante la modernización de las infraestructuras (OCDE/CAF/CEPAL, 2013). Dentro del diálogo con China, los acuerdos comerciales regionales de América Latina deben ir más allá de las políticas arancelarias para incluir otros temas como servicios, inversión, contratación pública, derechos de propiedad intelectual, política de competencia y transparencia normativa. Un alto grado de restricción regulatoria, especialmente en los servicios, puede afectar a la competitividad. En concreto, por lo que respecta a las cadenas de valor de servicios, la relajación de las barreras a la inversión, la eliminación de las restricciones a la entrada extranjera en la mayoría de sectores, y la reducción de las barreras a la competencia puede ayudar a atraer inversión extranjera directa.
La mejora de la movilidad laboral y la integración en el mercado de los servicios profesionales, como por ejemplo los servicios legales, contables y de ingeniería, permitiría el reconocimiento mutuo entre países de las cualificaciones profesionales extranjeras y la liberación de los regímenes de licencias que limitan el derecho al ejercicio profesional. Esto no solo ayudaría a lograr la armonización de las regulaciones dentro de la región, sino que también introduciría reformas sectoriales en áreas como las telecomunicaciones y los servicios financieros.
Además, los esfuerzos de cooperación entre China y América Latina demuestran la existencia de un terreno fértil para el intercambio de conocimientos en sectores como la agricultura, la energía, las infraestructuras y la gestión medioambiental. Como parte del Plan de Cooperación por Diez Años entre China y Brasil (2012-2021), ambos países firmaron un acuerdo de infraestructuras por valor de 50 mil millones de dólares (estadounidenses).
A su vez, China se ha convertido en un importante apoyo para la diversificación energética de Chile mediante un ambicioso plan de energía solar. Argentina, científicos nacionales del Centro de Ciencia y Tecnología de Alimentos trabajan con sus homólogos chinos en las áreas de agroalimentación, biotecnología, nanotecnología, energía, producción sostenible de alimentos, conservación, envasado e investigación de transportes.
La inversión china en el desarrollo de América Latina puede ser beneficiosa para ambas partes Zouchuqu (“ ”) o la estrategia china de “salir al exterior”, ha sido la política de participación a través de la adquisición de recursos globales y la internacionalización de empresas chinas. Esto ofrece una oportunidad única para la financiación de infraestructuras en América Latina. A diferencia de lo ocurrido en décadas pasadas, América Latina está llamada a convertirse en una de las regiones prioritarias para China, tal y como señalan las visitas del Primer Ministro chino a la región durante 2015.
Aunque los instrumentos políticos existen desde hace años, como los acuerdos de libre comercio y los tratados de inversión bilaterales, China busca profundizar en la integración comercial y de inversiones mediante la adhesión a plataformas multilaterales (CELAC, Mercosur, Alianza del Pacífico).
En la actualidad China se presenta como un actor clave para la reestructuración de la arquitectura financiera global a través de su gran volumen de préstamos e inversiones financieras. Respecto a América Latina, estos pasos incluyen una presencia notable a través de préstamos bilaterales y como miembro de bancos de desarrollo multilaterales – desde la adhesión al Banco Interamericano de Desarrollo en 2009, hasta el fortalecimiento de las relaciones con el Banco de Desarrollo de América Latina – así como a través de la apertura del Nuevo Banco de Desarrollo impulsado por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Los gobiernos de América Latina deberían desempeñar un papel más activo en la atracción de inversiones, facilitando más información y aliándose con socios a nivel local. En concreto, las agencias de promoción de exportaciones e inversiones pueden jugar un papel clave a la hora de establecer unos marcos estratégicos de inversión predecibles, así como favoreciendo el intercambio de conocimientos y la mejora de la comunicación entre China y la región.
Los flujos financieros entre China y América Latina han experimentado un crecimiento sin precedentes durante la última década, que se ha concentrado en los sectores de energía, infraestructuras y minería. Los préstamos chinos destinados a América Latina se han convertido en la fuente más importante de financiación externa para algunos países (Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela), superando a instituciones financieras internacionales de mucho arraigo en la región. Desde 2010, los préstamos chinos han alcanzado los 94 mil millones de dólares (estadounidenses), frente a los 156 mil millones de dólares (estadounidenses) aportados por el Banco Mundial (BM), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) juntos (gráfico 1.5). La financiación china complementa los sectores económicos de los países en que operan instituciones financieras internacionales.
La financiación china se concentra en la minería, las infraestructuras de transporte y la energía, mientras el 60% de los proyectos de las instituciones financieras internacionales se centran en otros sectores (finanzas, educación, sanidad, medio ambiente y administración pública). Argentina (16%), Brasil (19%), Ecuador (9%) y Venezuela (47%) fueron los principales receptores de financiación china, sumando entre todos ellos el 91% de los préstamos de China entre 2005 y 2014.
Esto también revela que los países que solicitan préstamos a China son los que tienen mayores obstáculos para acceder a los mercados de financiación internacionales (p. ej. el promedio de diferenciales soberanos entre estos cuatro países es de 750 puntos básicos, comparado con 350 para el resto de la región). La presencia de China está creciendo no solo en los sectores extractivos de la región, sino también en telecomunicaciones, electricidad, tecnologías ecológicas y la compra de terrenos.
Según declaraciones del Presidente Xi Jinping en el Foro China-CELAC en Beijing a principios de 2015, la previsión es que para el año 2025 las inversiones entre China y América Latina alcancen los 250 mil millones de dólares (estadounidenses). China ha incrementado su participación en el sector de las telecomunicaciones desde el inicio de los años 2000, desplegando redes de proveedores locales y asistencia técnica en grandes mercados como el de Argentina, Brasil y México, y extendiéndose a otros como Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. También hay que destacar la adquisición de centrales eléctricas y el desarrollo de instalaciones hidroeléctricas por parte de empresas chinas en Argentina, Brasil, Costa Rica y Ecuador.
Asimismo, debido a la sobrecapacidad industrial de China en su propio mercado, las empresas chinas comienzan a jugar un papel importante en la provisión de tecnologías de energía eólica y solar en la región, tal y como ilustra el proyecto de la planta solar en el desierto de Atacama en Chile valorado en 900 millones de dólares (estadounidenses).
Los préstamos del CAF son compromisos de préstamos y los datos del BID incluyen préstamos y garantías aprobadas.
A medida que las empresas chinas busquen nuevas oportunidades en la región, es probable que los canales financieros y de inversión hacia América Latina evolucionen durante los próximos años hacia una mayor diversificación por países y sectores. Por lo que se refiere a la presencia financiera de China en América Latina, las líneas de crédito regional (anunciadas en 2014 y 2015 durante las visitas chinas de alto nivel a la región) deberían ir dirigidas en los próximos años a nuevos países de la región. La creciente presencia de bancos comerciales chinos también podría ayudar a diversificar la cartera de inversiones China en la región y a reducir su exposición financiera.
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