as cuentas alegres de Maduro
En los municipios en donde el presidente venezolano decretó el estado de excepción, por cuenta del cierre fronterizo, el chavismo ha perdido o ganado con un margen mínimo las últimas elecciones. El 6 de diciembre se renovará la Asamblea Nacional y, según las encuestas, los cálculos del partido de gobierno no cuadran. Miraflores analiza el impacto de la crisis.
Por: ANGÉLICA LAGOS CAMARGO
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está preparando el terreno para las próximas elecciones, claves para su gobernabilidad. / AFP
Los cálculos no le estaban saliendo bien al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Desde que comenzó este año, clave en términos electorales por la renovación de los 167 diputados de la Asamblea Nacional el próximo 6 de diciembre, en el Palacio de Miraflores comenzaron a vislumbrar un escenario que hasta hace poco parecía imposible: perder la mayoría en el Parlamento, una derrota que claramente no provocaría un cambio de gobierno, pero sí lo sometería a tener que negociar y dialogar con la oposición temas como la aprobación de créditos y leyes y el nombramiento de algunos de los más altos funcionarios del Estado. La posibilidad hace estremecer al chavismo que, según analistas, se vio presionado a tomar medidas extremas, como desatar un conflicto diplomático con Colombia y decretar el estado de excepción en diez municipios de los estados fronterizos.
Para algunos analistas, como Luis Vicente León, de la encuestadora Datanálisis, esta es una teoría traída de los cabellos, aunque no descartable. “¡No puedo imaginar que el presidente haya hecho todo esto por unos votos!”, le dijo a El Espectador. Una revisión de los últimos resultados electorales de Venezuela muestra que en los municipios donde el presidente Maduro decretó el estado de excepción —Lobatera, Panamericano, García de Hevia, Ayacucho, Bolívar, Ureña, Junín, Capacho Libertad, Rafael Urdaneta y Capacho Independencia—, los números no le fueron favorables o tuvo una victoria pírrica en las pasadas elecciones. Entonces, la hipótesis no suena tan descabellada y hace pensar que la crisis fronteriza sí podría darle los réditos políticos que busca: que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no pierda las mayorías de las que ha gozado en la Asamblea durante cerca de 16 años.
La historia señala que el chavismo tiene una base electoral amplia —en promedio, cinco millones de votos fijos— y ha perdido sólo una contienda en las urnas (referendo constitucional del 2 de diciembre de 2007); sin embargo, según el sistema electoral para las elecciones legislativas, no gana quien tenga más votos sino quien obtenga la mayoría de circunscripciones electorales. “Este es un tema de supervivencia. Si el chavismo pierde esta elección, el mapa político del país cambiaría dramáticamente, porque quedaría en evidencia ante todos los sectores que mantienen a Maduro en el poder, que son vulnerables”, explicó alMiami Herald Diego Moya-Ocampos, analista del IHS Global Insight.
De acuerdo con la ley que promulgó el Consejo Nacional Electoral (CNE) en 2010, los diputados se eligen por un sofisticado sistema que otorga las curules dependiendo de las circunscripciones, conformadas por municipios. El periódico El Universal de Venezuela lo explica así: en 2010 la oposición fue mayoría, o estuvo cerca de serlo, en las entidades que concentran la mayor cantidad de electores del país: Zulia, Miranda, Carabobo, Lara, Aragua y el Distrito Capital, con el 52% de los votos. Pero estas seis entidades apenas eligen a 64 diputados de la Asamblea Nacional, es decir, el 39%. Los parlamentarios restantes (61%) fueron elegidos por los electores de los 18 estados restantes, que significan el 48% de los electores y representaron 98 legisladores al chavismo. Es decir, ganó la oposición en votos por una pequeña diferencia, pero la mayoría en la Asamblea quedó en manos del oficialismo. “Un desequilibrio estructural”, según la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que reúne a los partidos opositores.
Para la contienda del 6 de diciembre de este año, el chavismo arranca con 40 diputados fijos, por el diseño y la distribución que otorga el sistema, pero no va a poder ganar en varios circuitos de Miranda y algunas regiones de Zulia y Táchira, este último con municipios bajo estado de excepción por cuenta de la crisis fronteriza, y Zulia con amplias posibilidades de ser puesto bajo el mismo régimen, según fuentes diplomáticas, si continúa la crisis con Colombia. Los otros estados en la línea de frontera, Apure y Amazonas, son feudos chavistas.
¿Cálculo político? Sin duda, dicen algunos sectores venezolanos. “Maduro, dentro de su restricción ideológica y de sus cálculos políticos, está dispuesto a sacrificar en los meses que quedan el bienestar de todos los venezolanos, ya que está bastante precario para tratar de obtener el mejor cálculo político el 6 de diciembre”, advierte el analista Orlando Ochoa, de la Universidad Andrés Bello.
El estado de excepción declarado en diez municipios fronterizos con Colombia permite a las autoridades venezolanas hacer allanamientos sin orden judicial, detener personas y restringir los derechos políticos como asociaciones en lugares públicos. “Si algún grupo en los municipios bajo esta norma decide hacer proselitismo, puede terminar preso. Si la crisis se alarga y el presidente Maduro decide prorrogar ese estado de excepción 60 días más (por ahora va hasta el 13 de noviembre, día en que comienza la campaña electoral), la cita en las urnas se vería afectada”, explica Ramón Suárez, analista venezolano.
El politólogo Luis Salamanca dice que la crisis fronteriza y sus efectos son medidas desesperadas del Gobierno para ganar las elecciones, pues las encuestas lo dan como perdedor. “La pieza más importante de todo esto es la aplicación del estado de excepción. Lo tiene en período de prueba para ver cómo reaccionan la sociedad, los sectores políticos, etc., no para suspender las elecciones, pues por Constitución no lo puede hacer. La idea es ir a las urnas con un estado de excepción, y por eso se dice que lo va a extender a estados fronterizos. Sólo Zulia elige 15 diputados”, asegura.
Miranda, en manos del opositor Henrique Capriles y uno de los estados más poblados, elegirá 12 asambleístas; Carabobo, 10; Táchira, 7, y Zulia, el más apetecido, 15. Algunos más pequeños, como Amazonas, Vargas y Delta Amacuro, bajo dominio oficialista, suman 12 parlamentarios. Según sondeos, hoy la oposición está 20 puntos por encima del chavismo en lugares claves. “Pues una cosa era el comandante y otra Maduro, que hace cosas que no nos favorecen”, dijo desde Caracas Rosalba García, chavista de las leales. De hecho, otros inamovibles del oficialismo, como cooperativas del barrio 23 de Enero, no están tan firmes como antes, según García.
En octubre del año pasado los colectivos reunidos en el grupo 5 de Marzo —civiles que defienden con armas la revolución— se alejaron del chavismo por la muerte de su líder, José Odreman, en confusos hechos. A ellos se han sumado otros colectivos, que por haberle dado la espalda al Gobierno han sido acusados de ser “paramilitares”, palabra que aterra al venezolano y que también explota el chavismo durante la crisis.
“Nicolás Maduro es la gran víctima del chavismo y el victimario de Venezuela, obligado a sostener una boliburocracia nepotista, no tiene el carisma de su padre político ni es un caudillo electoral, pero tampoco es el tonto que algunos creen”, escribió en un análisis Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
“Faltan tres meses muy largos para las elecciones y veremos de todo y para todos. La oposición sigue siendo favorita, pero necesita más que el voto castigo para ganar. Tiene que contar una historia que emocione a la gente… y un líder que la sepa contar”, agrega Luis Vicente León.
Y en eso Maduro tiene la ventaja. “Acá el debate no es la expulsión de colombianos. Acá tú estás oyendo una historia que tiene todo el atractivo político: te están mostrando cómo el champú, la leche, los pañales, el mercado y cientos de productos que tú no encuentras en tu barrio están saliendo por la frontera, y además los compran los colombianos, que se aprovechan de nosotros… Entonces el Gobierno les dice que él sí está trayendo esos elementos de primera necesidad, y que además te los subsidia, pero que otros se los están llevando”, añade el director y analista de Datanálisis, quien insiste: “Por esto el debate de la frontera sí es útil políticamente. Esto desvía la atención de la población, porque aunque es obvio que existen contrabando y mafias en la frontera, lo fácil es construir en la mente de la gente la película de los ‘mafiosos’ sacando leche, azúcar y el café que no consigues en el resto del país”.
Todavía no hay encuestas que midan el efecto de este discurso político en la población venezolana, pero encuestadoras recuerdan que, tras el decreto en el que Obama declaraba a Venezuela como una amenaza, Maduro remontó en los sondeos cinco puntos en pocos días. Algunos voceros de la oposición dicen que la crisis fronteriza con Colombia fue lo peor que les pudo pasar en este momento, cuando, tras 15 años de derrotas, el panorama parecía despejado. Esto explica que los principales líderes sean muy cautos con sus palabras. “El Gobierno Nacional es capaz de generar una guerra con Colombia para impedir las elecciones”, ha sido lo poco que ha dicho el gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles, quien le pidió al presidente Juan Manuel Santos no caer en las provocaciones de Maduro y su número dos, Diosdado Cabello. “Tienen 16 años en el poder y ahora fue que se dieron cuenta de que existe contrabando en la frontera”, se preguntó el excandidato presidencial.
Hasta antes de la crisis, el PSUV pasaba las duras y las maduras, pues el 85% de los venezolanos culpan al líder del partido, el presidente Maduro, del deterioro de los indicadores económicos, la reducción de los programas sociales y la creciente represión. En julio, el PSUV se ubicó como tercera fuerza política del país.
Desde 2013 el mapa electoral comenzó a cambiar en Venezuela. Datos oficiales revelan que, aunque el oficialismo se hizo con 257 municipios en las elecciones de hace año y medio, la Mesa de Unidad Democrática (MUD) aumentó el número de votos a su favor y ganó en lugares muy significativos para el chavismo, como la capital del estado natal del fallecido presidente Hugo Chávez, Barinas, y las ciudades de Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal (las más pobladas del país). Además retuvieron la alcaldía mayor de Caracas.
“No es una sorpresa que Maduro haya caído en las encuestas 30 puntos en dos años, una tendencia que también presenta la mayoría de los indicadores económicos del país. Y si avanzamos en eso de las estadísticas, podemos demostrar la correlación que existe entre la popularidad presidencial y los resultados de cualquiera de los eventos electorales”, explica el presidente de Datanálisis.
La estrategia de campaña del chavismo seguirá esta semana. Una encuesta hecha por Miraflores, y que aún no se ha revelado, señala que el apoyo sube. El 56% de los venezolanos respalda a Maduro en esta crisis. Además ya tiene el dinero para asumir la campaña, pues esta semana consiguió en China un respiro económico que le permitirá llegar a fin de año sin problemas: acordó con Pekín un paquete de US$5.000 millones para enfrentar la crisis de liquidez en las arcas públicas.
Con esta nueva inyección de capital, la solución a la crisis está más lejana. Un encuentro presidencial es incierto, pues aunque Maduro diga que quiere reunirse con el mandatario colombiano “face to face”, las gestiones para concretarlo no se concretan. En Colombia las autoridades calculan que la emergencia humanitaria seguirá varios meses más y aseguran que están preparadas para enfrentarla.
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