José Vicente Carrasquero: Gobierno paralítico
abril 16, 2015 6:57 pmPublicado en: Opinión
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Desde que llegó al poder, el gobierno de Nicolás Maduro ha demostrado no tener las habilidades necesarias para enfrentar la crisis que empobrece día tras día a los venezolanos. Ha habido un debate sobre si el propósito es llevar el país a la situación menesterosa que vive en este momento o si es solo una cuestión de ineptitud para el desempeño de los cargos que ostentan.
Particularmente me inscribo en la segunda opción. El país está en manos de la clase política más incapaz que haya tenido la responsabilidad de manejar la república desde su fundación. Además hay que sumarle otras características nefastas. Junto a la incapacidad estamos frente a una ausencia total de escrúpulos que les permite mentir de forma descarada y trasladar sus culpas a otros sectores. Si todo esto fuese poco, han promovido y protegido la corrupción de una forma verdaderamente alarmante.
Viendo unas cifras publicadas por un importante analista del negocio petrolero venezolano, sostengo que a Venezuela le entró mucho más dinero en estos últimos dieciséis años que la sumatoria de todos los ingresos del país desde 1811 hasta 1998. Incluyendo cuando fue parte de la Gran Colombia.
Unos incapaces sin plan alguno de gobierno se emborracharon con semejante cantidad de dinero y comenzaron a gastar a diestra y siniestra sin ningún plan que dirigiera sus acciones hacia el logro de una visión de país previamente establecida. El único objetivo era mantenerse en el poder. Ignorantes como Jorge Giordani llegaron a decir que Venezuela tenía todos los dólares que necesitaba. Otra estupidez, producto de la incapacidad manifiesta, fue la de suponer que los precios del petróleo se mantendrían altos indefinidamente a pesar de las señales que estaba dando el mercado.
El manejo alocado y hasta ridículo de las finanzas públicas nos ha traído a la situación que está viviendo el país. Una que ya raya en la ingobernabilidad. Ésta entendida como la ruptura de la relación de gobierno entre quienes detentan el poder y la población. Venezuela se encuentra en una situación de anomia en la cual el crimen está a la orden del día.
Y ese es otro punto. Muchas personas sostienen que el auge criminal es un asunto diseñado por el gobierno. Nuevamente estoy en desacuerdo. El hampa se ha constituido en un poder que reta la capacidad del estado de monopolizar la violencia con la finalidad de garantizarles a los ciudadanos seguridad. En estos momentos, es innegable que la criminalidad desbordada es una grave amenaza a la estabilidad del régimen chavista. Es difícil pensar que alguien se meta en semejante problema si no es por su profunda ignorancia de los fenómenos sociales.
Las policías están siendo diezmadas y penetradas por el hampa. Sobre ese proceso el gobierno luce inerme. Montaron otro show con un súper-policía que supuestamente iba a poner orden. El asunto no ha hecho sino empeorar. Para eso están las estadísticas que desde ya, indican que Venezuela tendrá más muertos este 2015 que el año pasado. Una guerra perdida para la cual no tienen respuesta.
En su copia barata del discurso de los Castro, el problema de la escasez de dólares se lo atribuyen a una guerra económica con enemigos desconocidos. Su incapacidad se la atribuyen a un hecho que ningún ser racional es capaz de dar por válido. Si la guerra económica fuese una realidad, el presidente y todo su tren ministerial debiera renunciar inmediatamente. La triste realidad es que como dijo su ignorancia magnífica Jorge Giordani, entre empresas de maletín y gastos exorbitantes para garantizar ganar las elecciones de 2012, se endeudaron más allá de sus posibilidades.
Paralíticos como son, han decidido darle prioridad al pago de los vencimientos de deuda y su servicio por encima de la satisfacción de las necesidades de la población. He ahí la explicación de la guerra que ellos mismos se empeñaron en perder.
Otra guerra perdida fue la de la Cumbre de las Américas. Momentos que Maduro busca olvidar rápidamente entablando otra pelea de gallera ahora con los españoles. Luego vendrán los colombianos, los chilenos y todo aquel que cuestione las atrocidades que están sucediendo en Venezuela.
La triste verdad es que un gobierno paralítico como el actual tiene pocas posibilidades de salir de la trampa en la cual se metió gracias al ejercicio pleno de su incapacidad e ignorancia. Y con esto creo abonar a la idea de que lo que está pasando no es por diseño.
Las encuestas están demostrando que el gobierno es minoría. Eso tiene a la secretaría electoral del PSUV (CNE) haciendo triquiñuelas para ver cómo le quita diputados a las circunscripciones que gana la oposición. Avizoran la pérdida del poder e impiden que se realicen elecciones al Parlamento Latinoamericano, sin tomar en cuenta la gravedad del mensaje que están enviando a otros países sobre la calidad dictatorial del régimen.
No podemos esperar nada de este gobierno. Es un gobierno paralítico, es decir, sin capacidad de hacer lo necesario para salir de la crisis. Ya hay por ahí quien dice que los problemas con Estados Unidos y España le darán votos al gobierno para mantener la Asamblea. En mi humilde opinión están equivocados. La gente no está para posiciones que desconozcan el trabajo que están pasando. Está muy equivocado el gobernador de Nueva Esparta cuando trata de emular a Chávez diciendo que la gente se va a restear con revolución a pesar de las penurias.
Como van las cosas, no hace falta ser brujo para ver una pérdida de la AN por parte del gobierno. Eso explica el tiempo que se han tomado para convocar las elecciones. De ahí en adelante vendrá el despeñadero. Lo siguiente será un revocatorio que mandará a Maduro a las duchas. A partir de ahí le tocará a otra gente tomar las riendas de la nación, ojalá que para bien de todos.
Los paralíticos seguirán haciendo lo que saben hacer: perseguir a los opositores difíciles, inventar historietas de malvadas maquinaciones que crean problemas que no saben resolver, reprimir violentamente las manifestaciones de descontento. No se puede esperar otra cosa que quienes vieron su cerebro paralizado por la ideología del fracaso.
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