¨El espectáculo fue realmente lamentable, tanto que muchos espectadores dicen estar dispuestos a renegar, por pena ajena, de la venezolanidad para hacerse letones o congoleses.
Cabello es un director de orquesta infame, sin el don de la palabra, sin ninguna gracia y elegancia, con el vocabulario de cualquier matón, cegado por el odio y los deseos de venganza.
Y el coro de la bancada oficial una manada de disparateros, desde momias estalinistas hasta tránsfugas impúdicos y adulones, pasando por el cociente intelectual de Pedro Carreño.
Al lado de los cuales los burguesitos, seguramente postgraduados varios como todo buen burguesito, parecían académicos de la lengua. No una gallera, como dijo alguien, sino un cabaret barato parecía la Asamblea que otrora fue de Andrés Eloy, Arturo Uslar, Pérez Díaz o Pompeyo Márquez¨ Fernando Rodriguez.
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