Micomandante cumple su palabra: el show sigue sin parar
28.08.2012
02:46 PM
02:46 PM
Por Elides Rojas
Cuando el líder intergaláctico cerró su gloriosa intervención, todo un show en sí misma, afirmando que pasado Amuay, cerrada esa página, la función debe continuar, dejó bien claro que más allá de los kilos y años acumulados en la manguangua de Miraflores, por el contrario, ha perdido hasta el último átomo de escrúpulos que le quedaba.
La mentira es la divisa, no de la Guardia Nacional que de por sí ya le hay rendido bastante frutos, sino de todo este gobierno liderado por micomandantepresidente. Cadenas como las de hoy ya el país está cansado de ver. Es el mismo cuento con algunos agregados tecnológicos. En la de hoy la novedad, agregada a las cada vez más increíbles manipulaciones, es la aparición de un montón de personas al frente de computadoras, quienes supuestamente están 24 horas al día tratando de identificar dónde hay problemas para sacar la lámpara gigante y llamar a Batman. Ya todos saben quién es Batman. En este país no hay otro. Enfermo o hinchado, sano o gordo, es el mismo de siempre. Y no quiere que aparezca ningún otro. ¿Y para qué? De seguir montado en la silla cuando deje el gobierno no quedará ni un columpio en la plaza Candelaria.
Luego de la tragedia de Vargas, cuando por fin apareció micomandantepresidente, hizo exactamente lo mismo que hace ahora. Habló, lloró, se secó los mocos, negó negligencias, negó irresponsabilidades, prometió, se disfrazó de militar, sobrevoló la zona, habló paja, pues. De allí salieron una planes titánicos que solo basta ver videos de la época, todos disponibles en Internet y revisar la prensa en sus archivos, para establecer el grado de manipulación y mentira que es capaz de desarrollar este gerente general del fracaso. Hizo lo que sabía hacer. Como ahora. Toma un medio poderoso de televisión, encadena y uniforma la verdad. La versión final es la de su reino. No hay otra. Descalifica a quienes lo cuestionan, descalifica la verdad y se sube más arriba en su trono de fracaso y muerte. Se convierte en ganador.
Ahí estuvo hoy. En su sitio favorito: frente a la televisión. No sabe hacer otra cosa sino hablar pistoladas y convertir realidades en mentiras creíbles. Al menos antes funcionaba. Pero esa capacidad para mentir y engañar a sus compatriotas, a quienes parece odiar más que al imperio, llegó a su fin hace tiempo.
Cuando el desastre de Vargas, todo el país le creyó. Aquel plan que presentó en marzo del 2000 pudo haber colocado a Vargas a la altura de Cancún, pero es mucho pedir. De pura casualidad han colocado unas matas por ahí, construido unos apartamentos dentro del aeropuerto hasta que ocurra otra tragedia y pintaron unas aceras con la pintura amarilla de algún nuevo militar millonario. Eso es todo. Lo demás es lo mismo: labia, discurso, propaganda y engaño. ¡Qué buenos son en eso!
Pero hay que fijarse. Ya no le creen. Después del desastre de Guarapiche, Chávez y su tropa perdió a Monagas. No gana ahí ni con un batallón de santeros matando gallinas desde ahorita. Hizo lo mismo. Cadenas, Ramírez habló paja y mintió hasta llorar, amenazó a los medios y construyó una verdad falsa, luego de expulsar a su antiguo aliado, el gato Briceño. Salió perdedor el Beta. Lo mismo le pasa en Guayana. Ya no es mayoría. Ya ni en los sindicatos gana. Su coba eterna ha muerto.
Lo mismo pasa ahora. Por eso dijo que el show debe continuar. Es lo que sabe hacer, pero la función está repetida y ya no provoca entrar.
El país presencia los últimos días del maestro de ceremonia, el ocaso del encantador de serpientes, el fin del domador de fieras. Su circo está quebrado.
La mentira es la divisa, no de la Guardia Nacional que de por sí ya le hay rendido bastante frutos, sino de todo este gobierno liderado por micomandantepresidente. Cadenas como las de hoy ya el país está cansado de ver. Es el mismo cuento con algunos agregados tecnológicos. En la de hoy la novedad, agregada a las cada vez más increíbles manipulaciones, es la aparición de un montón de personas al frente de computadoras, quienes supuestamente están 24 horas al día tratando de identificar dónde hay problemas para sacar la lámpara gigante y llamar a Batman. Ya todos saben quién es Batman. En este país no hay otro. Enfermo o hinchado, sano o gordo, es el mismo de siempre. Y no quiere que aparezca ningún otro. ¿Y para qué? De seguir montado en la silla cuando deje el gobierno no quedará ni un columpio en la plaza Candelaria.
Luego de la tragedia de Vargas, cuando por fin apareció micomandantepresidente, hizo exactamente lo mismo que hace ahora. Habló, lloró, se secó los mocos, negó negligencias, negó irresponsabilidades, prometió, se disfrazó de militar, sobrevoló la zona, habló paja, pues. De allí salieron una planes titánicos que solo basta ver videos de la época, todos disponibles en Internet y revisar la prensa en sus archivos, para establecer el grado de manipulación y mentira que es capaz de desarrollar este gerente general del fracaso. Hizo lo que sabía hacer. Como ahora. Toma un medio poderoso de televisión, encadena y uniforma la verdad. La versión final es la de su reino. No hay otra. Descalifica a quienes lo cuestionan, descalifica la verdad y se sube más arriba en su trono de fracaso y muerte. Se convierte en ganador.
Ahí estuvo hoy. En su sitio favorito: frente a la televisión. No sabe hacer otra cosa sino hablar pistoladas y convertir realidades en mentiras creíbles. Al menos antes funcionaba. Pero esa capacidad para mentir y engañar a sus compatriotas, a quienes parece odiar más que al imperio, llegó a su fin hace tiempo.
Cuando el desastre de Vargas, todo el país le creyó. Aquel plan que presentó en marzo del 2000 pudo haber colocado a Vargas a la altura de Cancún, pero es mucho pedir. De pura casualidad han colocado unas matas por ahí, construido unos apartamentos dentro del aeropuerto hasta que ocurra otra tragedia y pintaron unas aceras con la pintura amarilla de algún nuevo militar millonario. Eso es todo. Lo demás es lo mismo: labia, discurso, propaganda y engaño. ¡Qué buenos son en eso!
Pero hay que fijarse. Ya no le creen. Después del desastre de Guarapiche, Chávez y su tropa perdió a Monagas. No gana ahí ni con un batallón de santeros matando gallinas desde ahorita. Hizo lo mismo. Cadenas, Ramírez habló paja y mintió hasta llorar, amenazó a los medios y construyó una verdad falsa, luego de expulsar a su antiguo aliado, el gato Briceño. Salió perdedor el Beta. Lo mismo le pasa en Guayana. Ya no es mayoría. Ya ni en los sindicatos gana. Su coba eterna ha muerto.
Lo mismo pasa ahora. Por eso dijo que el show debe continuar. Es lo que sabe hacer, pero la función está repetida y ya no provoca entrar.
El país presencia los últimos días del maestro de ceremonia, el ocaso del encantador de serpientes, el fin del domador de fieras. Su circo está quebrado.
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