domingo, enero 08, 2012

Mahmoud Ahmadinejad y el Golfo Pérsico


Los últimos ensayos militares de Irán en el golfo Pérsico, sumados a sus amenazas de cerrar el estrecho de Ormuz, ruta vital para el comercio petrolero mundial, agravaron el panorama de las discusiones por el programa nuclear iraní, lo que podría conducir a un enfrentamiento entre potencias.

Con una crisis económica en Irán que se agrava por las sanciones internacionales, y a tres meses de las elecciones parlamentarias, donde los partidarios del presidente Mahmoud Ahmadinejad se medirán a los reformistas, esta nueva retórica luce para los expertos como señal de presión y desespero.

Irán tiene la ventaja estratégica de estar entre el mar Caspio y el golfo Pérsico, por lo que sabe que sus amenazas de frenar el 40% del flujo de petróleo mundial son creíbles.

Poder y fuerza en juego

Analistas difieren en sus opiniones sobre si el estrecho de Ormuz -de 70 kilómetros de ancho-, podría o no ser bloqueado y, de ser así, por cuánto tiempo y con qué.

Pesan la capacidad de la armada iraní (con 18 mil efectivos y casi 150 naves) para lograrlo y, sin duda, el impacto del bloqueo, a la espera de acciones de países como Estados Unidos, Reino Unido e incluso árabes.

Washington tiene 19.000 efectivos en el golfo Pérsico y bases en seis países de la zona.

Se suma la presencia de su Quinta Flota de la Marina, en Bahrein, que data de 1945, con 25 barcos entre portaaviones y anfibios de acción nuclear, y mil oficiales a disposición.

Aquí puede llegar a medirse cuál será la reacción internacional: si los países del golfo Pérsico se unen y aleccionan a Teherán o se convierte en una sola batalla entre EEUU e Irán.

La armada es, quizá, el más importante servicio militar de Irán. Un informe de Global Security advertía, sin embargo, que "la estructura actual es anticuada y necesita renovación", aunque destaca desde 2009 el avanzado poder misilístico.

Mientras la Casa Blanca acelera sus sanciones y la Unión Europea ultima un embargo al petróleo iraní -18% de todo lo que exporta el país-, los ayatolás comienzan a jugar con varias cartas en una partida compleja.

Un bloqueo a Ormuz privaría al gobierno de la mitad de sus ingresos (Irán exporta alrededor de 2,6 millones de barriles diarios); agriaría las relaciones con China y Japón -dos de sus grandes compradores-, alejaría a Omán e Irak -sus únicos aliados regionales-, y podría escalar tensiones con EEUU.

Así lo cree Alí Vaez, director del Proyecto Irán en la Federación de Científicos Americanos de EEUU, quien acota que los últimos sucesos no provienen de una sola estrategia de mano de Ahmadinejad, dibujándose lo que está por venir.

Es bajo la visión del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, para quien esta la lucha contra Occidente ya "es una cuestión divina... y la rendición es un suicidio político", comentaba Vaez en Foreign Policy.

Con una profunda polarización, Irán enfrentará en marzo su primera prueba de legitimidad interna desde las disputadas presidenciales de 2009, y para Jamenei estos comicios deben demostrar que él sigue siendo la autoridad suprema y que todo está en orden.

Los expertos siguen recomendando la contención. "En esta coyuntura, un ataque contra Irán no solo ayudaría a la corte de Ahmadinejad a consolidar su languidecido poder... sino también conduciría al surgimiento de un apoyo nacionalista al aislado régimen", dice Abbas Milani, estudioso de Irán de la Universidad de Stanford.

Desde hace 30 años Irán compite por el liderazgo del golfo Pérsico como su zona natural de influencia, tomando en cuenta la dispersa mayoría shií.

El riesgo es que los ayatolás apuesten por un poderío nuclear. Afectado por las sanciones, polarizado al interior, el riesgo es que por esa muestra desafiante cualquier acción se perciba como "un triunfo" pírrico de la "providencia" y sea, al contrario, un grave error.

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