miércoles, septiembre 22, 2010

Cómo viven los mineros chilenos a 700 métros bajo la superficie ?










Los Mineros Chilenos
COPIAPÓ, Chile (CNN) — Cuando la noche se convierte en día, los arcos de luz en tres plataformas de perforación parpadean.

A 700 metros bajo la superficie, 33 mineros atrapados en las entrañas de la mina de oro y cobre de San José comienzan otro día.

La mina se derrumbó el 5 de agosto y los equipos de rescate chilenos pasaron los siguientes 17 días sondeando debajo del desierto para averiguar si los hombres estaban vivos o muertos. Estuvieron aislados del mundo exterior, pero los mineros nunca perdieron la noción del tiempo.

"Los mineros tenían celulares, por lo que tenían un calendario. Los médicos dicen que sabían perfectamente que día y que hora era. Lo único que no sabían eran las condiciones del tiempo en la superficie", dijo Miguel Fortt, un consultor de minería y el hombre que coordinó la primera etapa de la operación de rescate.

Los 33 hombres han dividido en tres turnos. El turno de día trabaja de 8:00 AM hasta las 4:00 PM. El de la tarde va de las 4:00 PM hasta la media noche. Y el turno nocturno dura desde la media noche hasta las 8:00 AM.

Cada turno es encabezado por un capataz. El grupo más grande tiene 12 hombres, otro grupo tiene 11 y la tercera unidad tiene 10 hombres.

"Ellos tienen ocho horas para descansar cuando se apaga la luz. Tienen otras ocho horas de turno de trabajo y otras ocho para jugar, leer o escribir cartas, correr o tomar una caminata", Fortt le dijo a CNN, sentado en una roca a la entrada de la mina San José en el desierto de Atacama, al norte de Chile.


Mañana
Antes de las 8 de la mañana, previo a empezar el turno diurno, algunos de los hombres recorren el camino de que va del campo en el nivel 80 hasta el "Refugio 33", en el nivel 100, una distancia de 180 metros.

Inmediatamente después que la mina colapsó, los hombres se reunieron y por 50 días durmieron en el refugio de 50 metros cuadrados. Ahora, un área del refugio se reserva para regaderas y los mineros han trasladado los lugares de dormir y vivir más abajo.

El agua se canaliza 700 metros desde la superficie al refugio una vez que ha sido calentada por un calentador solar. El exceso de agua que va hacia abajo se evapora y permite que el polvo se asiente y baje la temperatura.

La temperatura en el campamento, en donde los mineros comen y duermen, va de 15 a 18 grados centígrados. Más arriba de la mina justo encima del refugio y el taller, la temperatura ronda los 30 grados, dice Fortt.

"En los niveles superiores, la temperatura es equivalente a la que hay en Cancún o Ecuador. Ese es el trópico. En niveles inferiores es más fresco, como estar en Chile o Nueva Zelanda", dijo.

Alrededor de las 7:45 de la mañana, un cuarto de hora antes de que comience el turno diurno, el desayuno cae al refugio por una de las dos perforaciones de ocho centímetros.

Los rescatistas llaman a las perforaciones "cordones umbilicales". En tiempo ellos tiran por las perforaciones cilindros metálicos de 2.5 metros de largo, llamados "palomas mensajeras", que llevan comida, agua, ropa y cartas para los mineros.

Cada turno tiene tres o cuatro hombres asignados a recibir a las "palomas mensajeras". Cuentan con cinco minutos para descargar los cilindros y almacenar los contenidos.

El desayuno siempre es un licuado de proteínas y en ocasiones un sándwich de mermelada.

Cuando comienza el día de trabajo, los mineros no tienen tiempo para pensar en la terrible experiencia que enfrentan. Hay trabajo que hacer. Los trabajadores ayudan a su propio rescate.

La primera labor es para el asistente ambiental  y el medidor de gas,  caminan por los túneles monitoreando la ventilación y la calidad del aire. Médicos bombean aire desde la superficie con una mezcla de oxigeno entre 18% y 22%.

Cualquier cambio en la calidad del aire significa que los rescatistas tienen que ajustar su mezcla desde la superficie.

Al mismo tiempo, el minero Yonni Barrios, un experto en explosivos con entrenamiento de paramédico, comienza su ronda. Sus amigos en broma le llaman "Dr. House", por la serie de televisión.

Él tiene que revisar los signos vitales de los mineros, hacer pruebas diarias y estar al pendiente del peso de los hombres.

“Yonni tiene que tomar pruebas de orina y sangre y ver si hay alguna infección de piel”, dijo Fortt.
El trabajo más pesado en días recientes ha sido arriba, en el nivel 135 en el taller, a unos 220 metros de distancia del refugio. El viernes pasado, una broca de 12 pulgadas del perforador atravesó el techo del taller, parte del esfuerzo del llamado Plan B de perforar, rescatar y llevar a la superficie a los hombres.

La perforación ha mandado rocas, escombro y agua al taller, así que ahora se utilizan palas mecánicas para limpiar.

Cerca de media mañana, se tiene un descanso para un tentempié. Los equipos de rescate suelen mandar malteada de frutas y cereales. En la superficie la enfermera Mabel Ríos supervisa las entregas.

"A mediodía mandamos el almuerzo", dice Ríos. "Alrededor de las 4:00 PM les mandamos otra malteada y más tarde les mandamos la cena".


Tarde
A las 4:00 PM los mineros descansan. Juegan a los dados, cartas y dominó. Escuchan reproductores MP3 con canciones populares o música pop latina y ven viejos partidos de futbol y películas en un reproductor portátil capaz de transmitir una imagen de 21 pulgadas en una pared de la caverna.
Pero también se ejercitan. Arriba en la superficie, un entrenador personal ha sido asignado a los hombres, quien les ordena que corran o hagan algún otro ejercicio.

El electricista Edison Peña, un ferviente admirador de Elvis Presley, parece destacar como uno de los mejores deportistas entre los mineros, según Fortt. Corre una hora diaria subiendo y bajando dos kilómetros y medio de túneles que todavía están accesibles y seguros.

"Normalmente los operadores de camiones son un poco gordos porque están sentados todo el día. Por lo que cuentan con un entrenador personal para ayudarlos a bajar su cintura para que cuando se presente el día quepan en la cápsula de rescate", dijo Fortt.

No todos son tan saludables como Peña. En el grupo hay por lo menos 14 fumadores, de acuerdo a la enfermera Ríos. Al principio, dos de ellos recibieron parches de nicotina pero después pidieron cigarros verdaderos.

Ríos manda actualmente a cada uno de los fumadores una ración de 11 cigarros bajos en alquitrán para cada uno de ellos de la marca Viceroy o Belmont. Hay un truco. Los fumadores enfrentan una larga escalada hasta la zona de fumar, a más de medio kilómetro del campo.

"Están bien organizados porque los que no fuman no quieren fumadores cerca", dijo Ríos.
El área de fumar no solamente está alejada de los dormitorios, también es una de las zonas más calientes de la mina, en dónde las temperaturas rondan los 30 grados centígrados.

Probablemente uno de los pasatiempos más importantes de los mineros es escribir cartas a sus seres queridos.

"Piden plumas y papel. Adoran escribir y están escribiendo muchísimo. Algunos escriben todos los días", dijo Ríos.


Noche
Cerca de las 8:00 PM, las familias en "Campo Esperanza", a la entrada de la mina, mandan noticias frescas y cartas.

En algún momento cerca de medianoche, antes de irse a dormir, los mineros de nuevo vuelven a responder a sus esposas, padres e hijos en el mundo de arriba.

Es la hora en que cada uno de los hombres se siente un poco solo y permite que su mente divague, según Fortt, un experto en rescates quien se ha encontrado él mismo en esa situación.

"Cada uno de ellos ha tenido el tiempo suficiente para pensar lo que harán con el resto de sus vidas. Cuando salgan de la mina, el segundo capítulo de su vida estará por comenzar", dijo.

"Ellos van a tener que hacer algunos cambios radicales, porque no vivirán para contar una experiencia así por segunda vez".

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