miércoles, diciembre 21, 2011
El Líder Supremo de Corea del Norte
Las leyendas y los mitos entorno a la figura del dictador norcoreano Kim Jong-Il, muerto a los 69 años el sábado, comenzaron casi desde el mismo día de su nacimiento. La biografía oficial del régimen, tomada como cierta incluso en los libros de historia y aprendida por millones de estudiantes, asegura que el «Querido Líder» vino al mundo en una cabaña en la montaña más alta del monte Paektu, en febrero de 1942, en un acontecimiento casi divino que estuvo enmarcado por «la aparición de un doble arco iris y una estrella brillante en el cielo».
Sin embargo, los archivos rusos ya hace unos años que certificaron que el parto de de Kim Jong-Il se había producido un año antes en la aldea siberiana de Vyatskoye, en la antigua URSS, donde su padre estaba exiliado durante la ocupación japonesa del Corea. Un origen quizá no lo suficiente digno de ser contado para el líder de los mil misterios, en el país más secreto del mundo.
Tanto es así que, como todas las noticias que llegan desde Corea del Norte, han tenido que pasar dos días para que el resto del mundo se entere del fallecimiento de su «Amado Líder». Simplemente hasta que las autoridades han querido anunciarlo, sin que la más mínima brizna de la primicia haya escapado de sus fronteras en la omnipresente era de internet.
Mientras la propaganda del régimen erigía una fábula entorno a Kim Jong-Il –también llamado el «Gran Dirigente», el «Líder Supremo», «líder incomparable» o el «gran sucesor de la causa revolucionaria», entre otros muchos apodos– en Occidente se ha fomentado una auténtica leyenda negra en torno a las pequeñas detalles que se han ido conociendo de su vida.
Megalómano, hipocondríaco, paranoico, cruel, excéntrico, ridículo… así era el dictador, capaz de haber mantenido a su población al borde de la pobreza más absoluta, con el comunismo más represivo como hoja de ruta, mientras disfrutaba en solitario de las mieles de capitalismo y consumismo más exacerbado.
A su afición desmedida por el golf y por la NBA –admiraba a Michael Jordan tan o más que a Mao Tse Tung o Ho Chi Minh– se unía una pasión incontrolable por el cine de Hollywood. Tanto es así que cuenta con una colección de más de 20.000 películas de la meca del cine de su eterno enemigo, entre las que, según cuentan, sus favoritas serían la saga de Viernes 13 y la de James Bond.
Esa afición por el cine fue tal que adquirió tintes siniestros en 1978, cuando raptó a un director surcoreano, Shing Sang-ok, y su esposa, la famosa actriz Choi Unhee, con el objetivo de que rodaran películas para el cine. Estaba especialmente interesado en que rodaran «Pulgarsari», una versión comunista de «Godzilla».
Quién le iba a decir a Kim Jong-Il que su figura se iba a convertir en protagonista de una serie estadounidense, «Team América», en la que su excéntrico estilo de vida iba a ser objeto de burlas.
A su gusto por el cine y el rapto de directores, el «Amado Líder» unió desde muy pronto su afición a importar delfines chinos, caniches franceses y afrodisiacos africanos. Además, en los 90 compraba más de medio millón de euros anuales en botellas del mejor coñac francés y se surtía de las langostas más deliciosas y el «sushi» más fresco, que le llevaban cada día en helicóptero allá donde estuviera para que los degustara con sus palillos de plata.
Como no todo en su vida podía ser perfecto, su imagen de diminuto y excéntrico playboy choca con su austero traje gris y las plataformas y el alto peinado con el que trata de esconder su gran complejo: su altura de 1,57 metros. En fin, no lo podía tener todo.
(NOTA : y el pueblo muriéndose de hambre,así son los líderes comunistas de esta era).
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