lunes, noviembre 05, 2012

REFLEXION de William Cestari Ávila





REFLEXIÓN:

Hay una tristeza como empozada, una angustia de resaca vieja, una incertidumbre que arrastramos o que acaso nos arrastra; un sueño transmutado en mueca grotesca y en decepción masiva ¡Es lo que sentimos!.

Muchos como yo estábamos convencidos de que el País había madurado y que el cambio era irreversible. Así lo creímos y lo afirmábamos; pero no contamos con aquellos que por cualquier dádiva están dispuestos a servir como herramientas desechables para asegurar a otros su cuota de poder.

Los políticos líderes proclaman la continuación de la lucha con un sentido de esperanza, pero son inermes palabras para trenzar el desamparo. El continuismo opresivo nos cerca, aunque con cierta resistencia.

El populismo revolucionario avanza y probablemente crecerá la envidia y el resentimiento, motores de todo socialismo rampante digno de tal nombre. Han trastocado la esencia de nuestra identidad y nos han conculcado la dignidad.

Hemos vistos triunfar nulidades, crecer las injusticias, prosperar el deshonor, agigantarse el poder en malas manos; como consecuencia el ciudadano común ha llegado a desanimarse de la virtud, a reírse de la honra y a tener vergüenza de ser honesto.

Vemos los mismo personajes que como piezas de ajedrez son cambiados para detentar (no ejercer) los cargos gubernamentales.

A fuerza de una implacable corrupción se ha creado una nueva burguesía, tal como lo describiera Milovan Djilas en su famoso ensayo “La nueva clase”, obra reconocida como uno de los clásicos de la ideología Marxista, donde se define por primera vez el origen  y papel de la nueva clase como gobernante y explotadora.

Djilas la define como “La burocracia del partido comunista, la que usa, administra y controla oficialmente la propiedad nacionalizada y socializada. Describe que la propiedad no es sino en derecho al disfrute, la dirección y el control.

Los Estados comunistas han visto el origen de una nueva forma de propiedad y de una nueva clase gobernante, arribista y explotadora, que no escatima recursos para ocultar esta nueva condición.

A pesar de ser la más planificada es la más despilfarradora, nunca alcanza a elevar significativamente el nivel de vida de la población, puesto que constantemente distrae los recursos para el logro de algún objetivo ideológico interno o los desplaza al extranjero a fin de obtener reconocimiento internacional”.

Una masa grande de la población está en condiciones deplorables, casi mendigantes, sobreviviendo por años en refugios temporales y llamados dignificados, que menos que dignificados son desamparados, hipnotizados por los susurros permanentes de una pronto solución que nunca llega; otros, casi en la misma situación protestando por servicios, seguridad, trabajo, pero todos manifestando y confirmando su apoyo de Patria o Muerte con el Gobernante, ejerciendo una servidumbre voluntaria en aras de una seudorevolución que les ha castrado hasta la conciencia.

Vale aquí ironizar un poema de Vallejo: “A aquel hombre le pidieron su tiempo/para que lo juntara al tiempo de la historia/Le pidieron las manos,/porque para una época difícil/ nada hay mejor que un par de buenas manos./Le pidieron los ojos/que alguna vez tuvieron lágrimas/para que contemplara el lado claro/ “especialmente el lado claro de la vida”/porque para el horror basta un ojo de asombro./Le pidieron sus labios/resecos y cuarteados para afirmar/para erigir, con cada afirmación, un sueño/(el alto sueño);/le pidieron las piernas,/duras y nudosas/(sus viejas piernas andariegas)/porque en tiempos difíciles/ ¿algo hay mejor que un par de piernas/para la construcción o la trinchera?/Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño,/con su árbol obediente./ Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros./ Le dijeron/que eso era estrictamente necesario./ Le explicaron después/que toda ésta donación resultaría inútil/sin entregar la lengua,/porque en tiempos difíciles/nada es tan útil para atajar el odio o la mentira./Y finalmente le rogaron/que, por favor, echase a andar/porque en tiempos difíciles ésta es, sin duda, la prueba decisiva.).

Etiénne de la Boétie en su “Discurso sobre la servidumbre voluntaria” se hace la siguiente pregunta: “Si un tirano es un sólo hombre y sus súbditos son muchos, ¿por qué consiente su propia servidumbre?”.

La Boétie sostenía que cuando el gobernante elegido prueba el poder, planea jamás renunciar a su cargo. El truco consistía en generar el consentimiento del pueblo a efectos de asegurarse su continuidad en el poder.

El exploró las tres formas principales por las que el poder creaba tal consentimiento o servidumbre voluntaria.

La primera era la fuerza de la costumbre. El observaba “cuan pronto el pueblo se vuelve súbdito, cae en un descuido tan completo de su libertad que después no puede recuperarla. El pueblo era llevado a percibir que en verdad no ha perdido su libertad sino que se ha ganado su esclavitud. La gente consideraba que la vida había sido siempre de esta manera y seguiría siendo así. 

La  segunda era que después de que la mayoría se hubiese acostumbrado a la obediencia automática, el principal desafío del tirano era la disidencia. Para controlarla censuraba la prensa y monopolizaba la educación. De éste modo, el tirano evitaba la comparación del pasado con el presente, y extinguía las creencias en un futuro distinto. Así, el tirano podía “educar” al pueblo, podía inculcar el dogma de que su mandato era una personificación viviente de la justicia, la ley, el orden y el patriotismo.

Esta imagen de perpetuidad del tirano era reforzada mediante un  proceso de mistificación, es decir, procuraba aparecer como algo mas grande de lo que un ser humano normalmente es. Regulada la prensa y la educación, el pueblo se convencería de que la autoridad del tirano era legítima; y la mistificación de su poder los llevaba al límite de la tolerancia y el miedo.

La tercera causa alimenta las otras dos. El tirano estaba seguro de que los individuos que no podían ser amedrentados bien podían ser comprados. El medio era el soborno ejercido en dos lados: las dádivas y las distracciones.

El primero creaba un bienestar material visto como insustituible, pues el rey y el tesoro eran una misma cosa.
Pero “la causa principal y el secreto de la dominación, el apoyo y el basamento de la tiranía” era el soborno institucionalizado mediante “el cual millones de personas eran empleadas en puestos públicos. Incluso intelectuales, profesores  y becarios asumían la voz del Estado, difundiendo su legitimidad”.

¿Qué hacer? Decía la Boétie: retire su consentimiento, quite su cooperación, no derribe al tirano, simplemente ya no lo apoye más; roto su pedestal caerá como un coloso y se hará pedazos”.

Gandhi expresaba que “lo más atroz de las cosas malas es el silencio de la gente buena”.

Hemos confundido los deseos con la realidad y debemos comprender que “esperanza” no es la convicción de que algo va a salir bien, sino la seguridad de que algo tiene sentido, sin importar su desenlace.

Apesadumbrarse es ir contra la propia evolución, es nada menos que renegar del alma.

Tenemos que evitar el trauma terrible de la resignación.

Durante la primavera de Praga decían que se puede cortar las flores, pero no se puede impedir que llegue la primavera.
William Cestari Ávila.

Mérida, 12 de Octubre de 2.012.




 


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